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El precedente de Banamex contra Narco News protege también a WikiLeaks

La vida encuentra su camino, y la información es vida


Por Al Giordano
Especial para The Narco News Bulletin

4 de diciembre 2010

El actual alboroto político y acusatorio de los medios de comunicación por la filtración de WikiLeaks de más de 250,000 cables del Departamento de Estado está perdiendo gran parte de la historia en sí.

La historia no se trata de WikiLeaks per se, ni de su fundador Julian Assange, ni siquiera de la información hecha pública en los documentos, aunque ésta sea interesante y de gran interés periodístico.

La historia—una que define los tiempos en los que vivimos—ha estado ocurriendo desde hace un tiempo: el poder del Estado (el cual incluye a los “estados” del sector privado como las corporaciones y los medios comerciales) ya no puede esconderse detrás de los medios comerciales (y estatales) para consolidar y centralizar el poder en el momento en que los ciudadanos implementan la descentralización de las resistencias, a veces a pequeña escala, en los medios, incluso temporales, fuera de aquellas instituciones con el fin de hacer irrelevantes a los grandes medios de comunicación.

La secretaria de Estado, Hillary Clinton puede gritar todo lo que quiera acerca de que las revelaciones de WikiLeaks son de alguna manera “un ataque contra los Estados Unidos.” El New York Times puede traicionar su propio patrimonio de los Documentos del Pentágono y su antigua credibilidad cuando sus columnistas como David Brooks murmullan sandeces como: “No creo que debamos tener acceso a los cables.” Amazon puede desterrar a WikiLeaks de sus servidores. INTERPOL puede cazar a Assange, deportarlo a Suecia, desde donde puede ser extraditado y juzgado en los Estados Unidos. El Departamento de Justicia puede encerrarlo—o a sus fuentes—en Guantánamo o en alguna prisión de máxima seguridad y nada de eso podrá detener la hemorragia institucional. Contémplenlo: El torniquete de los grandes medios alrededor del Estado y del poder corporativo se ha desmenuzado en pequeñas partes de mallas desgarradas y ensangrentadas.

Un viejo orden se viene despegando ante nuestros ojos. WikiLeaks es más un síntoma que una causa del gigantesco cambio del mundo de la opinión pública controlada por los grandes medios. Es el último capítulo de los muchos que llegaron antes y de los que están por llegar. Y puede ser entendido al estudiar la simple ley de la naturaleza: la vida encuentra su camino.

En la película Jurassic Park de 1993 (basada en la novela de Michael Crichton de 1990), esa fue una frase repetida una y otra vez por un científico nerd, interpretado por Jeff Goldblum: “La vida encuentra su camino.” Ahora, aquí hay una frase que puede empalmarse a ese credo: “La información es vida.” ¿A poco no es pegajosa? Aparte de que probablemente sea robada por Apple o Microsoft para el lema de su próxima campaña publicitaria, también resulta ser cierta. De hecho, la información se comporta de forma muy parecida a la vida misma. Se reproduce, muta, evoluciona, puede ser perseguida, capturada, encerrada, e incluso asesinada pero al final siempre vuelve a la vida, al igual que otras formas de vida. El entender esa verdad básica de nuestra era nos da un asiento de primera fila sobre cómo se desarrollará la historia de WikiLeaks—y el resto de las historias de nuestras vidas.

En ese contexto, permítame mencionar dos observaciones principales del capítulo WikiLeaks de una saga más larga.

1. Si funcionarios estadounidenses enjuician a WikiLeaks bajo la Ley de Espionaje, resultará en un veredicto “inocente.”

En la conferencia de prensa del Departamento de Estado del miércoles, el funcionario fanfarrón Philip J. Crowley, al ser cuestionado sobre sobre la filtración de documentos de WikiLeaks, gruño: “Un crimen ocurrió bajo las leyes de los EEUU y haremos que los responsables rindan cuentas.” Al ser presionado por los reporteros, dio marcha atrás y habló principalmente sobre el empleado o empleados estadunidenses que supuestamente filtraron los documentos a WikiLeaks. Pero el tono, igual al de otros funcionarios de gobierno, estaba destinado a intimidar y sugiere que las “investigaciones actuales” también podrían llegar a una red de mensajeros más amplia.

Esta semana, el procurador General, Eric Holder, sacudió sables similares cuando dijo: “En la medida en que podramos encontrar a alguien que haya estado involucrado en romper las leyes estadunidenses, y que haya puesto en riesgo los activos y a las personas que he descrito, se hará responsable. Ellos tendrán que rendir cuentas.”

Una nota de la Radio Nacional Pública de los EEUU miró lo que realmente dice la ley estadunidense sobre un posible enjuiciamiento a los miembros de WikiLeaks:

El abogado defensor en Washington Abbe Lowell dijo que procesar al sitio WikiLeaks no es algo fácil.

“El mayor tabú que está ahí afuera, una especie de secreto sucio de la Ley de Espionaje, es si alguna vez se utilizaría para procesar a alguien en los medios, en comparación con el empleado gubernamental que filtra la información,” dijo Lowell.

El dilema, dijo Lowell, es si WikiLeaks es un miembro de los medios al que se le garantice la especial protección de la libertad de expresión, o es más como una operación deshonesta dedicada a lastimar a los EEUU.

“Lo que me preocupa a mí y a muchos es si WikiLeaks le facilita a las fuerzas del orden aplicar esta ley por primera vez, de manera que sienta un precedente, y que puede ser usado contra otros en los medios de comunicacioń,” dijo Lowell.

De hecho, la cuestión es que un sitio de internet que publica información de “asuntos de interés público” goza de las mismas protecciones de la Primera Enmienda de los EEUU que el New York Times bajo una ley establecida hace nueve años esta semana, el 5 de diciembre de 2001. ¿Cómo sabemos eso? Sucedió cuando la Suprema Corte de Nueva York falló a nuestro favor en el caso Banco Nacional de México contra Mario Menéndez, Al Giordano y Narco News. El tribunal ordenó:

“Narco News, su sitio de internet, y los escritores que publiquen información, tienen derecho a todas las protecciones de la Primera Enmienda otorgadas a un peródico, revista o periodista… Además, la naturaleza de los artículos publicados en el sitio y las declaraciones del Sr. Giordano en la Universidad de Columbia constituyen asuntos de interés público debido a que tal información está relacionada con el tráfico de drogas y su afectación a la gente que habita en este hemisferio…”

Si bien nunca he alcanzado la fama—o infamia—que Julian Assange de WikiLeaks ha alcanzado esta semana—un candidato de la revista Time para el hombre del año y también para ocupar una celda en Suecia, o los Estados Unidos o en cualquier otra parte—la experiencia de esa aventura en los tribunales fue iluminadora en el tema actual. Banamex contra Narco News asentó, de una vez por todas, que los periodistas en internet son de hecho periodistas a los ojos de la ley. Sentó el precedente legal sobre el que WikiLeaks se encuentra. La cacería de brujas gubernamental para intimidar a WikiLeaks y a otros como esa organización podría incluso ser capaz de acrecentar la histeria lo suficiente para que un tribunal inferior condene al sitio o a su personal, pero no hay forma en que una condena sobreviva con apelaciones.

Si WikiLeaks es culpable de publicar información filtrada por empleados estadounidenses, entonces también somos culpables por haber usados eso documentos para reportar la nota de Bill Conroy, el “cable secreto” del Departamento de Estado expone la el proyecto de la Inteligencia de los EEUU en Paraguay, y la nota de Erin Rosa, Cable revela que el Departamento de Estado sabía que el golpe de Estado en Honduras era ilegal.

Pero no sólo nosotros somos culpables, también lo son el diario español El País, el diario alemán Der Spiegel, el diario francés Le Monde, el diario británico The Guardian y el diario estadounidense New York Times, al igual que otras miles de organizaciones de noticias que poseen copias de los documentos filtrados y que han sido publicados y citados por ellos. Y aunque algunos políticos como el senador John McCain quieren culpar al NY Times por haberlo hecho, eso no va a suceder: ¡El poder del Estado se volverá en contra de su portero sobreviviente favorito! Y si no pueden enjuiciar al Times, no pueden ganar un juicio en contra de WikiLeaks, punto.

Los funcionarios del poder del Estado están muy enojados. Y no lo están porque, por ejemplo, WikiLeaks haya mentido sobre ellos. Al contrario, están enojados porque todo lo que los documentos contienen presentan una explicación veraz de lo que los funcionarios estadunidenses escribieron, y lo que reportan que funcionarios de otros gobiernos les dijeron e hicieron por ellos. WikiLeaks no les da un giro. Sólo los dejó fuera y desnudos, y colgó a muchos de esos funcionarios—su carrera profeisional, sus reputaciones cuidadosamente cultivadas—en el petardo de sus propias palabras. ¡Oigan amigos! Bienvenidos a la NFL y utilicen una concha de protección. Son funcionarios públicos. Sus empleadores—el público—tienen un legítimo interés en conocer lo que están haciendo con su dinero.

Dicho esto, ¿WikiLeaks y su célebre fundador Assange pudieran haber hecho mejor trabajo frente a esta mina de oro que cayó sobre ellos? No lo sé. Lo único que puedo decir es cómo, basado en nuestro historial judicial con Banamex y otras experiencias, lo hubieramos manejado de diferente forma…

2.Cómo lo habríamos hecho diferente a como lo hizo WikiLeaks.

Desde los trucos de las relaciones públicas hasta el descubrimiento de procedimientos en los casos judiciales, hay una regla de oro tan antigua como las propias Relaciones Públicas: Si quieres confundir a la gente, o distraerla de algo que hayas hecho, dales demasiada información.

Y si quieres que se enfoquen en una cosa, dales esa información y nada más.

Por tanto, todas las tardes de viernes, los secretarios de prensa del gobierno y de corporaciones hacen “tiraderos de información negativa.” Ahí es cuando anuncian renuncias, revelan escándalos, o informes económicos desfavorables, usalmente en el contexto de que mucha información similar está siendo vertida al ojo público al mismo tiempo para que la historia indeseable se ahogue en el oceáno de información y sea olvidada por el ciclo de noticias de la mañana del lunes.

Al liberar 250,000 documentos en una sola vez, WikiLeaks privó a cada uno de esos documentos de la importancia que tendrían si hubieran sido publicados uno a la vez, y que habrían tenido historias bien informadas que explicarían el contexto completo del documento. Así es como WikiLeaks atrajo la atención de muchos: cuando publicó un video filtrado de un helicóptero militar de los EEUU en Iraq, documentando el asesinato de periodistas por parte de fuerzas estadunidenses. Esa historia pudo tener piernas, porque tuvo el espacio para pararse sobre sus propios pies.

Si un tesoro como este hubiera caído en Narco News, lo hubieramos manejado de la forma en que siempre lo hemos hecho (y como hicimos con dos de los documentos esta semana): ponerlos a disposición uno a la vez, día tras día, con historias reportadas de periodismo auténtico para darles a estos “asuntos de interés público” su completa y merecida importancia. Entonces, en lugar de que todos estén leyendo y hablando sobre si Muammar al-Gaddafi recibe inyecciones de Botox, o si alguien llama a Nicolás Sarkozy pedante y presuntuoso (y si le gusta que le llamen así; ¡y sospechamos que le gusta!) tal vez podríamos estar hablando de algo real, como esta joya de los documentos de WikiLeaks que Jack Shafer de la revista Slate optó por destacar, y que revela porque la Secretaria Clinton respondió con una retórica excesiva del por qué la publicación de los documentos de WikiLeaks era supuestamente un ataque a Mamá, al beisbol y al pastel de manzana:

¿Qué tan avergonzantes son las filtraciones de WikiLeaks? Un cable secreto de abril de 2009 que salió bajo el nombre de (la Secretaria de Estado) Clinton instruyó a los funcionarios del Departamento de Estado para recoger “datos biométricos”, incluyendo “huellas dactilares, imágenes faciales, ADN y escaneo de iris”, de líderes africanos. Otro cable secreto estaba dirigido a diplomáticos estadounidenses en todo el mundo, incluyendo en las Naciones Unidas, para obtener contraseñas, claves de encriptación personal, números de tarjeta de crédito, número de cuentas de viajero frecuente y otra información vinculada a diplomáticos. Como el diario The Guardian lo dice, los cables “revelan como los EEUU utilizan sus embajadas como parte de una red de espionaje global.”

Además, el Departamento de Estado de Clinton tenía como objetivo específico a funcionarios de Naciones Unidas y a diplomáticos asignados ahí. Entre los objetivos estaban el Secretario General, Ban Ki-moon y los representantes del consejo de seguridad permanente de China, Rusia, Francia y el Reino Unido, como menciona este cable de julio de 2009. El Departamento de Estado también buscó información biométrica de diplomáticos norcoreanos, de los respresentantes del consejo de seguridad permanente, “funcionarios clave de las Naciones Unidas”, y otros diplomáticos de las Naciones Unidas.

¡Uff! ¿Que hicieron qué? ¿La Secretaria de Estado de los EEUU violó los tratados que los Estados Unidos firmaron para albergar a las Naciones Unidas en Nueva York? Si WikiLeaks hubiera iniciado con esa historia por sí sola, de eso estaría hablando todo el mundo esta semana. Y en lugar del llamado de Julian Assange a Clinton para que dimita, este llamado hubiera llegado de miles más, en lugar de convertirse en una pieza de información flotante en el arsenal cabildero que busca “hacer que Assange parezca loco y peligroso.”

Como escribí la semana pasada para OpenDemocracy, en un ensayo titulado Periodismo Auténtico: El arma de los pueblos:

Sin embargo, en algunas esquinas, el periodismo ciudadano ha mostrado que puede tomar de los grandes medios lo que afirman hacer y de mejor forma: Salir y reportar las historias, entrevistar a la gente real, asegurarse que sus voces sean escuchadas con prescisión y sin distorsión, investigar y producir documentos y evidencia de conductas viles oficiales (el asombroso apoyo público y donaciones a Wike-Leaks es por ejemplo, un indicativo de la sed y hambre que el público tiene por este periodismo). En suma, la solución no es más complicada que el embarcarse en un humilde retorno a lo básico de como reportar una nota periodística: el proverbial “quién, qué, cuando, donde, por qué y cómo” de lo que sucede diariamente en los acontecimientos humanos.

Ciertamente puedo entender porque WikiLeaks no utilizó nuestro enfoque. Somos los únicos en la posición para hacer esto después de diez años de estar publicando, de pasar por el infierno legal y volver, y luego de llevar a cabo tres sesiones de la Escuela de Periodismo Auténtico tenemos un pequeño ejército necesario de periodistas con conciencia al que podríamos llamar para escudriñar entre 250,000 documentos y cables del Departamento de Estado para poder así planear una estrategia que hubiera sido más devastadora para el poder del Estado, con una tortura diaria por parte de un reportero publicando historia tras historia, día tras día, y proporcionando la atención pública y el enfoque necesario en cada una de ellas.

En lugar de ello, WikiLeaks optó por “asociarse” con los mismos cinco grandes diarios responsables de la protección al poder del Estado en sus respectivos países (y, sí, todos ellos graznan que por el contrario, están en desacuerdo con los gobiernos, pero usted y yo sabemos que tan falso es eso). Y el resultado final es la confusión masiva que esconde todas estas historias en esos documentos bajo un gigantesco montículo distractivo.

Claro que WikiLeaks ha aumentado el alcance de su propia marca. ¿Es era el objetivo principal? Una vez más, no lo sé. Pero también ha acelerado el día en que nuevas aventuras lo reemplazarán en el trabajo de hacer públicos documentos secretos, porque, justo o no, no está claro si WikiLeaks mismo soportará el intenso escrutinio, reacción y represión que espera. Somos simpatizantes de WikiLeaks. Nos oponemos a aquellos que lo atacan. Lo defenderemos de las falsas acusaciones (nuestros abogados, quienes esencialmente escribieron la ley que protege a WikiLeaks, están también a la espera de lo que suceda). Esperamos que pueda soportar la tormenta de fuego. Pero estamos basados en la realidad y hemos visto radicales historias célebres que rápidamente le dan la vuelta a los flashes de las cámaras. Este no es un juego de pulgas. Hay serias consecuencias en juego. Y es difícil que el metal pase por el fuego si antes no fue forjado con fuego.

Sin embargo, lo que quedará es algo maravilloso, y es que el mundo entero ahora sabe que cualquiera puede hacer que documentos no vistos le den la vuelta al mundo en un solo día. Miles de informantes, en cada tierra, están pensando en el nuevo paisaje, y tienen los dedos a punto de apretar el botón de enviar de sus computadoras. Y me parece, que Washington protesta demasiado, porque la próxima filtración seguramente también incluirá filtración de documentos de otros países, probablemente incluyendo los de algunos de sus adversarios. Y entonces sus Secretarios de Estado también estarán gritando y estarán lanzando amenazas a los medios que los expongan. La táctica de exponer información oculta no es exclusiva de alguna ideología o “ismo.” Es simplemente una herramienta que puede ser utilizada por todos los bandos de algún conflicto. No se sorprenda si la próxima entrega de documentos proviene de documentos filtrados de Irán, Corea del Norte, Rusia o cualquier otro poder estatal opuesto a los Estados Unidos. Esta epidemia también estará en todas las casas estatales y corporativas. (He dicho durante mucho tiempo: El próximo Daniel Ellsberg saldrá desde el interior del New York Times en lugar de filtrarlo.) Y eso, también, será como debe ser: ¡La información es vida! ¡Encuentra su camino!

Le daré a Jack Shafer la última palabra aquí:

“Los conductos de información como Julian Assange nos sacan de la complacencia. Claro, es un ególatra pedante que luce una serie de malos cortes de cabello y tiene tendencias grandiosas. Y a menudo actúa sin pensar completamente la repercusión de sus acciones. Pero si quiere desestimarlo porque es un idiota en ebullición, hay al menos 2 mil periodistas a los que me gustaría que conozca.”

Exactamente.

Miembros del Cuarto Estado oficial, conozcan a su miembro más reciente. Él se parece más a ustedes de lo que creen, y la Suprema Corte de Nueva York ya ha publicado el precedente por el que disfruta de las mismas protecciones legales que usted. Su destino ahora está ligado al suyo. Así que termine con los lloriqueos y vuelva al trabajo. Los días están contados para que sus instituciones sean capaces de pagarle para que lo haga, así que disfrute mientras pueda, y si tiene documentos que filtrar del interior de su medio de comunicación, o cualquier otra institución, mi email es tu email: narconews@gmail.com.

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