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Bolivia en el tren de la vida

Las elecciones y los movimientos sociales hoy


Por Jean Friedsky y Luis A. Gómez
Primera parte de una serie especial para The Narco News Bulletin

9 de septiembre 2005

La Paz.- Han pasado casi tres meses desde el levantamiento que paralizó Bolivia en mayo y junio pasados, que puso al gobierno de rodillas y forzó el abrupto final de la presidencia de Carlos Mesa. Cuatro semanas de protestas que detonaron luego de la aprobación de la nueva Ley de Hidrocarburos, donde se incrementaba el pago de regalías e impuestos a las compañías extranjeras que extraen el gas en Bolivia. Para el pueblo de la más pobre nación de Sudamérica, que desde hace mucho demanda que la riqueza de los recursos naturales beneficie a todos, esta ley fue inaceptable.

En unos días, una de las más grandes movilizaciones en la historia reciente de Bolivia comenzó a tomar forma. Los cocaleros realizaron una marcha de una semana desde la localidad de Caracollo hasta La Paz y camiones cargados de mineros llegaron también, al tiempo que miles de personas de El Alto, el vecino radical de la sede de gobierno, bajaban a esta ciudad en grandes marchas. Los alteños decretaron un paro cívico general que comenzó una vez más a asfixiar lentamente a los paceños. A cientos de kilómetros de ahí piedras, alambre de púas y troncos fueron colocados sobre las pocas carreteras del país, bloqueando las importaciones, las exportaciones y los viajes por tierra. A la vanguardia de estas masivas manifestaciones estaban los alteños y los aymaras del Altiplano, pero otros cientos de miles –maestros, cocaleros, estudiantes, taxistas, trabajadores, mineros– se les unieron en la lucha.

Para finales de la segunda semana, tres demandas básicas surgieron: la nacionalización de los hidrocarburos, la realización de la Asamblea Constituyente (una promesa del gobierno de Mesa hecha año y medio antes) y garantizar que no se daría autonomía al departamento de Santa Cruz (siendo la autonomía el código por el que la derecha se esfuerza por mantener las ganancias obtenidas con las reservas de gas y de petróleo en esa región).

Las marchas crecieron y los bloqueos apagaron poco a poco a La Paz y al país entero. Incapaz de encontrar una alternativa más, Mesa renunció el 6 de junio pasado,lo que sirvió solamente para intensificar el conflicto: el siguiente en la línea sucesoria era el derechista Presidente del Senado Hormando Vaca Diez, cuya ascensión hubiera provocado una guerra civil. Pero, para alivio de todos, Vaca Diez renunció a ese derecho, así como Mario Cossío (entonces Presidente de la Cámara de Diputados), aunque no antes de que los movimientos sociales bolivianos perdieran un líder minero el último día de las protestas. Poco antes de la medianoche del jueves 9 de junio, Eduardo Rodríguez Veltzé, Presidente de la Corte Suprema, juró como Presidente de Bolivia, dejando muy claro que solamente cumpliría su mandato constitucional con el fin de llamar a nuevas elecciones.

Cuando el gas lacrimógeno se dispersó y las piedras fueron sacadas de los caminos, durante los días que siguieron, no fue porque los movimientos sociales hubieran conseguido satisfacer sus demandas. Aceptaron esta tregua temporal ya que, luego de cuatro semanas de movilización y con un gobierno indiferente a sus demandas asentado en La Paz, la promesa de nuevas elecciones para Presidente y el Congreso Nacional daban una razonable oportunidad para tomar un respiro y pensar los siguientes pasos.

Las elecciones por venir generaron en el pueblo boliviano una pregunta inevitable: ¿Tratamos o no de tomar el poder del Estado? A ella, la izquierda local ha dado ya algunas de respuestas desde entonces. De esto trata este reportaje, al menos en parte…

La locomotora electoral

El pasado lunes 5 de septiembre, 90 días antes de la elección general del domingo 4 diciembre, todos los partidos bolivianos se presentaron en la Corte Nacional Electoral para registrar sus listas de candidatos. Quedó así abierta la nueva temporada de campañas en este país, en la que los protagonistas de la derecha incluyen al ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga y al empresario cementero Samuel Doria Media, quienes competirán por ser el próximo presidente. Entre las anécdotas notables, vale mencionar que el Movimiento de Izquierda Revolucionaria del ex presidente Jaime Paz Zamora no participa de ellas, que los alcaldes de siete ciudades fracasaron en su intento de crear un frente amplio electoral… y una serie de cambios de bandera (de izquierda a derecha, de derecha a izquierda) y golpes bajos lanzados vía los medios en todas direcciones: lo típico.

Montados también en el veloz tren de las elecciones, los partidos populares y buena parte de los movimientos sociales de Bolivia nos han dejado algunos rastros que queremos mostrarles. Ahí, en vagón de lujo, se encuentra el diputado cocalero Evo Morales con el Movimiento Al Socialismo (MAS). Morales irá una vez más como candidato presidencial, esta vez acompañado por el analista y ex profesor de la Escuela de Narco News de Periodismo Auténtico Alvaro García Linera flamante candidato a la Vicepresidencia de Bolivia. Por cierto: las últimas encuestas dan un empate técnico entre “Tuto” Quiroga, Doria Medina y Evo…

Hasta el domingo 4 de septiembre, andaba en ese tren Abel Mamani, Presidente de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto… pero lo bajaron. De acuerdo a un cable de la Agencia de Prensa Alteña del 5 de septiembre, los miembros del MAS “habrían utilizado a la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) y la Central Obrera Regional (COR) a través de sus dirigentes, que se creyeron como potenciales candidatos, sólo para obtener adeptos para las próximas elecciones nacionales y no promover a representantes alteños que sean capaces de luchar por el desarrollo de El Alto y del departamento”. ¿Sorprendidos?

La historia reciente es más o menos ésta:

A principios de agosto pasado García Linera, días antes de lanzar oficialmente su candidatura, se dedicó a sostener reuniones con diferentes organizaciones sociales, incluidas la Fejuve y la COR de El Alto, la Coordinadora de Defensa del Agua de la Vida y la Federación de Campesinos Regantes de Cochabamba y la Central Obrera Boliviana (COB). La idea del ex guerrillero era crear un frente social único, al que serviría de garante en un probable gobierno de Evo Morales. Pero no todo el mundo se mostró dispuesto… desde su rincón, en la Confederación Sindical Única de Trabajadores del Campo de Bolivia (CSUTCB), Felipe Quispe, el legendario Mallku de la nación aymara, dijo que no. “Es humanamente difícil; no hay un líquido ni química que podría unirnos”, explicó Quispe, quien rompió con García Linera en forma brusca… y comenzó así un nuevo proceso de diversidad entre los movimientos sociales.

De todos modos Evo Morales, Alvaro García Linera y las huestes del MAS llevaron adelante su propuesta. García Linera consiguió apoyos en varias partes (la Coordinadora del Agua, con Oscar Olivera al frente, se lo dio críticamente, pero la COB se negó a ir con él en el viaje)… y se desató la carrera por ver quiénes de los que estaban con el proyecto masista ocupaban los cargos en las listas del partido fundado por los cocaleros del Chapare. El conocido “cuoteo político” (al que Alvaro muy graciosamente llama “posiciones de poder electoral”) fue una constante de las reuniones: cuántos diputados, quién va de prefecto, quién de senador

El 9 de agosto García Linera anunció que el frente social que pedía en apoyo a su candidatura estaba virtualmente consolidado y con un respaldo programático. Curiosamente, se supo de candidaturas: para seguir con nuestro ejemplo, Abel Mamani debió ser candidato a prefecto o a senador por el departamento de La Paz… pero hasta hoy, ninguna propuesta de programa, salvo un documentito llamado “Los 10 mandamientos del MAS”, en el que no se mencionan algunos de los temas más urgentes y se habla abstractamente de leyes para la investigación de fortunas, para las autonomías, el problema de la tierra y otras cosas… pero el MAS no habla ahí de coca, ni directamente del juicio de responsabilidades al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada por las masacres de octubre de 2003, y, en su proyección sobre el problema de la tierra, no aparece por ningún lado el conflicto candente del Movimiento Sin Tierra, que ha sido forzado a desalojar haciendas en Santa Cruz y sufre una constante agresión de parte del Estado y los latifundistas…

¿Olvidamos mencionar que una gran mayoría de los Sin Tierra está con el MAS? ¿O que los cocaleros del norte de Yungas están a punto de iniciar un bloqueo porque la construcción de una base militar continúa amenazando su forma de vida (cocaleros del MAS, claro)? ¿O que hace unos días nos encontramos con los familiares de los caídos durante la insurrección de octubre de 2003 porque su demanda de justicia continúa pendiente y ellos siguen peleando por la fuerza de sus muertos? No, no lo olvidamos… pero parece que el MAS sí, porque hasta ahora, salvo para hablar de campaña y de gobierno, de candidatos y de triunfo, no tocaron directamente estos temas…

Bueno, el “gran acuerdo” buscado por García Linera no cuajó del todo. De hecho, el que Abel Mamani fuera botado del vagón del MAS el domingo, a unas horas de cerrarse el plazo para inscribir candidatos… fue algo feo: dejaron al presidente de Fejuve sin posibilidades de buscarse otra opción.

Contrapunto entre candidatos

Por otra parte, también allá en ese tren anda subido el Mallku, otra vez concurriendo a las elecciones como candidato presidencial del Movimiento Indígena Pachakuti (MIP). Pero Felipe Quispe no es un tonto ni un ciego, sabe que su candidatura no va a reunir ni la mitad de los votos que la de Evo… ¿por qué lo hace? Se lo preguntamos. Y Quispe nos explicó la necesidad de mantener viva la sigla del MIP “porque si no participamos en dos elecciones, como ahora que son presidenciales y prefecturales, podemos perder nuestro registro como partido, que no es un partido nuestro sino para nuestra gente”.

Ahora, nosotros somos pobres, el candidato es pobre… el MIP es un instrumento político de los pobres. Entonces, vamos a enfrentar el proceso electoral con lo que tenemos, artesanalmente, pero yo sé que vamos a avanzar. Y eso es lo que nos hemos propuesto: comenzar nuestro proselitismo con los pobres, en todos los lugares, en Yungas, en las comunidades, en todas partes donde lo que estamos diciendo tiene la fuerza de la necesidad.

Y en este nuevo escenario sin unidad política de los movimientos sociales, con las demandas de mayo y junio sin cumplirse para la gente, Jean fue a ver a Alvaro García Linera. Tanto con el Mallku como con Alvaro tocamos algunos puntos acerca de la agenda política impuesta por la gente como de sus propias intenciones al entrar en campaña. El primer tema que ha llamado nuestra atención es justamente la unidad.

García Linera, al preguntarle por qué sería importante la unidad, cuando sin ella los movimientos sociales han logrado mucho, el vice del MAS respondió: “No es cierto que lograron algo sin unidad. Había unidad en la primera Guerra del Gas, en mayo y junio, y en la Guerra del agua: todos estaban juntos”. Y explicó también que no hay una unidad nacional porque los movimientos sociales son regionales. “Hay que poner a los movimientos dentro de algo más vertical, para que puedan tener acceso al poder”. Claro, para él, eso significa que todos entren al MAS, al que están convirtiendo en “un brazo de la izquierda”.

Felipe Quispe respondió de otra manera cuando hicimos una pregunta simple: ¿Por qué no hay unidad en esta campaña con el MAS? “Con el MAS hay diferencia, no somos de una sola línea”, dijo. “Proclaman un programa socialista, pero sin embargo hay contradicción dentro de ellos. Hablan de un capitalismo andino, de una burguesía andina… en pocas palabras de un neoliberalismo andino”. Además, Quispe defendió la línea indigenista del MIP “como algo sagrado” para ellos. “No podemos renunciar a eso, porque estamos planteando una sociedad comunitarista, de los ayllus y comunidades, donde no haya ni pobres ni ricos, donde todos los seres humanos vivamos en iguales condiciones de vida. Que no haya racismo: que estén ahí los blancos, los negros, los indígenas y los mestizos… todos los habitantes de este suelo ancestral”.

La conclusión del Mallku fue demoledora:

Es por todo que nuestra organización discrepa con el MAS. Pero además, junto con ellos hemos firmados varios pactos sociales, antineoliberales. Por ejemplo, hemos firmado recientemente en abril un pacto por la nacionalización de los hidrocarburos… pero de pronto se escapa el Evo Morales y plantea que las regalías deben ser 50 por ciento para las transnacionales y 50 para los bolivianos. Entonces, con ese tipo de pensamiento nosotros no estamos de acuerdo.

El MAS sí propone esta vez la nacionalización de los hidrocarburos. En “Los 10 mandamientos…” es justamente el primer punto programático: “Nacionalización de los hidrocarburos e industrialización del gas”. Y como nos dijo dijo García Linera, “No es posible que hay un gobierno del MAS sin nacionalizacion”. El Mallku, en su programa “sencillo y concreto”, la propone “sin indemnización a las tranasnacionales”. Al menos una mínima convergencia hay entre los dos programas en esta demanda fundamental de la gente.

Y hablando de demandas, ambos grupos políticos ven en la Asamblea Constituyente una oportunidad decisiva para cambiar este país definitivamente. El MAS habla de lo que se hará en ella (como “diseñar el nuevo Estado Nacional digno, comunitario y productivo”). El MIP, dice Felipe Quispe, están en lo mismo, pero quieren “una Constituyente soberana y originaria. Una Asamblea Constituyente que esté compuesta el 90 por ciento con los pueblos indígenas”.

Tanto Quispe como García Linera nos contaron varias cosas sobre sus estrategias políticas y concepción del escenario presente en Bolivia que les contaremos en otra oportunidad. Pero cerremos diciendo que, mientras el Mallku conoce de sus dificultades como candidato, el vice del MAS está contento y seguro de que su posible triunfo será un logro de “la gran mayoría de la gente”… aunque, como la ley lo permite, Alvaro García Linera también se inscribió como candidato a diputado plurinominal (como en su tiempo hicieran Evo Morales, Felipe Quispe y varios más).

“De mi parte no, yo no voy a ser diputado”, nos dijo Quispe, dejando claro que su forma de hacer política tiene como fundamento “crecer más”. Aunque no descartó hacerlo: “Si es que en un ampliado del MIP se aprueba que yo debo ser diputado, pues tendrá que ser…”. Y pese a que hay otros más subidos en el tren electoral, todos andan muy atareados en revisar sus posibilidades y el alcance de sus propuestas políticas, que son menores que las del MAS o las del MIP

Por lo que en este escenario, sus corresponsales en Bolivia decidimos dejar partir el tren electoral en Bolivia… poco o nada esperamos de él por ahora (chismes, bajezas: campañas tradicionales). Y miramos si el itinerario marcado en la estación nos ofrecía algo… y apareció el tren de la vida, que nos recogió. Así que bienvenidos a bordo, queridos lectores, este tren hará paradas en las siguientes estaciones: tierra, coca, agua, justicia, salud, educación, trabajo, gas… vamos a ver qué dice la gente, qué ocurre con la vida de millones de bolivianos (casi todos indígenas) que siguen en riesgo, amenazados, mientras los políticos andan, como decía un dirigente aymara de los buenos, “en esta compra-venta de puestos, feria de animales”… y allá nos vamos. Les sugerimos permanecer en sus asientos porque es acá donde conoceremos una Bolivia profunda, que no está atada al reloj del itinerario electoral… ¡Disfruten el viaje!

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