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El Subcomandante Marcos saluda a la Policía Comunitaria en Guerrero

Sin salario y armados con rifles, sacaron a los ladrones y violadores de sus pueblos: “¡Eso es lo que debe suceder en este país!”


Por Al Giordano
El Otro Periodismo con la Otra Campaña en Guerrero

21 de abril 2006

Santa Cruz El Rincón, Guerrero, México, 18 abril 2006.- Cien policías, armados y con uniformes, esperaban el martes, a un lado de la carretera, a que llegara el Subcomandante Marcos. Cuando él los vio, se bajó de su vehículo y se les acercó. El comandante en jefe de los soldados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) –a doce años de su declaración de guerra contra el estado Mexicano- se puso firme… y saludó.

Más tarde, el portavoz de la guerrilla confesó: – “Compañeros policías – nunca habíamos dicho los zapatistas esto cuando hablábamos con un policía”.


La Policía Comunitaria de Guerrero
Foto: D.R. 2006 Escuadron Charlie Parker, Enlace Zapatista
En México, como en todo el mundo, la policía uniformada inspira miedo entre los pobres y los trabajadores. Aquí ya no. El movimiento de Policía Comunitaria de esta región indígena montañosa localizada en la Costa Chica de Guerrero celebró su décimo aniversario el año pasado, más fuerte y más popular que nunca. Estos oficiales no perciben salario y son escogidos por sus vecinos en asambleas públicas. Estos 612 hombres han tenido éxito en lo que el gobierno no ha sido capaz de hacer: han logrado expulsar a los ladrones, violadores y depredadores de sus pueblos, los han sacado de sus caminos vecinales y han restaurado la paz y la tranquilidad a sus familias.

Durante varias horas de esta tarde con brisa, rodeado por escénicas montañas frente al palacio municipal del pueblo El Rincón, el “Delegado Zero” zapatista escuchó sus historias de lucha, tomando notas.

Durante varias horas de esta tarde con brisa, rodeado por hermosas montañas frente al palacio municipal de la comunidad de El Rincón, el “Delegado Zero” escuchó sus historias de lucha, al tiempo que tomaba notas.

–“En 1995 fuimos atacados por una ola de delincuentes”, explicó Gelacio Barrera, uno de los concejales civiles de la Policía Comunitaria, un hombre de hablar suave que portaba anteojos y sombrero mientras se dirigía a cientos de residentes locales y a Marcos. –“Estos delincuentes robaban ganado y cabras de los campesinos. Nos asaltaban en las carreteras cuando llevábamos nuestros productos al mercado de San Luis Acatlán. Nos quitaban nuestro dinero cuando viajábamos al mercado para comprar nuestros alimentos. Nos robaron un chingo de dinero. Violaban mujeres enfrente de sus maridos y de sus hijos, ahí mero al lado del camino. Algunas veces los arrestaban, pero tenían dinero, así que el ministerio público los dejaba ir. Entonces los criminales se sentían hasta más bravos, porque sabían que estaban protegidos”.

“Nosotras, las mujeres, junto con nuestros hombres, decidimos actuar”, explicó Catalina García Castillo, una de las concejales civiles, también voluntarias, que la comunidad elije para coordinar el trabajo de la policía comunitaria. “El 15 de octubre de 1995 formamos la Policía Comunitaria . Lo aprendimos de las hormigas: cuando se enfrentan a un enemigo más grande, las hormigas se juntan y se unen para matarlo. Eso es lo que hicimos: arrancamos las malas hierbas”.

Los oficiales de la Policía Comunitaria viajaron sobre redilas de camiones, armados con pistolas y rifles de cacería, la mayor parte de los cuales tienen décadas de viejos (uno llevaba un rifle 30-30 de a principios del siglo 20), patrullando los caminos y carreteras que conectan estos pueblos montañeses, persiguiendo a los malosos, explicó Agustín Barrera, un pasado comandante de la Policía Comunitaria: –“El ejército federal vino aquí, intimidándonos, acusándonos de ser guerrilleros. Pero la asamblea nos escoge a nosotros porque el pueblo ha mirado el comportamiento de cada uno de nosotros”.

Los oficiales de la Policía Comunitaria viajaron sobre redilas de camiones, armados con pistolas y rifles de cacería, la mayoría de las armas son bastante viejas (uno llevaba un rifle 30-30 como los que se usaban a principios del siglo 20), patrullando los caminos y carreteras que conectan estos pueblos de la montaña, persiguiendo a los delincuentes, explicó Agustín Barrera, un ex comandante de la Policía Comunitaria: –“El ejército federal vino aquí, intimidándonos, acusándonos de ser guerrilleros. Pero la asamblea nos escoge a nosotros porque el pueblo ha mirado el comportamiento de cada uno de nosotros”.

A pesar de las amenazas del ejército federal y del gobierno del estado de Guerrero, a pesar de las órdenes de aprehensión en contra de algunos de sus militantes, hoy existen 612 oficiales de la Policía Comunitaria en este proyecto. Están organizados en 59 grupos, cada uno con un comandante y un subcomandante, con el rango correspondiente indicado en sus gorras y uniformes con playeras impresas. Ellos patrullan 14 rutas desde la costera ciudad de Marquelia a la ciudad montañosa de Tlapa, a cuatro horas de distancia. La carretera principal –anteriormente un paraíso para los bandidos nocturnos– fue, durante muchos años, considerada insegura de transitar en cuanto oscurecía. El pasado martes, ya tarde por la noche, el equipo móvil del Otro Periodismo viajó por ella durante tres horas con toda libertad y sin incidentes.

El crecimiento del movimiento de Policía Comunitaria ha traído un mar de cambios para la gente de la región, de la cual los oficiales se consideran parte. –“Nosotros somos del pueblo. Estamos con la gente. Trabajamos para el pueblo”, dijo el Comandante Florentino García.

El martes por la tarde, los hombres –cerca de 200 de ellos se alinearon en formación para darle la bienvenida al subcomandante zapatista en ese encuentro en El Rincón– están silenciosos, serios, pero también relajados. Ellos no miran amenazantes a los ciudadanos como hace la mayoría de los oficiales de policía del gobierno; los forasteros también se sienten a sus anchas en su presencia. Aparentemente, sólo aquellos a quienes en otras circunstancias les gustaría dañar a otros les temen.

–“Ellos”–, dijo Agustín Barrera al referirse a los oficiales de la Policía Comunitaria–, “son la razón por la que nosotros sentimos el aire de la libertad en esta montaña”.

Después de un largo crepúsculo escuchando las historias de la gente de este pueblo y esta región –el encuentro comenzó a las 5:40 y terminó a las 8:45– Marcos tomó el micrófono en la oscuridad del anochecer: una silueta delante de una gigantesca bandera Mexicana que lucía al fondo de la mesa que presidía esa reunión. Explicó por qué él ofreció el saludo militar en el momento de llegar. “Mi nombre es Marcos, Subcomandante Marcos, soy el jefe militar de oficiales y tropas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional… Saludé a los compañeros que sabemos que están en algún servicio de la comunidad y que lo están haciendo sin pago, igual que nosotros.”

“La experiencia de ustedes que ya llevo diez años no solo ha traído tranquilidad aquí a sus pueblos sino ha traído a todo los pueblos indios de México y de América Latina una experiencia nueva que tenemos que aprender”, les dijo. “Eso es lo que se llama legitimidad, que es que no tienen las autoridades del gobierno”.

Marcos recordó a la audiencia que la segunda fase de la Otra Campaña zapatista, que comienza con su gira de seis meses por todo México (ahora ya con tres y medio meses dentro de su viaje), vendrá el próximo otoño, cuando sus jefes –los comandantes indígenas Mayas del EZLN– se desplegarán, de dos en dos, por todos los estados de la República. “Esta es la primera vez que llegamos a este pueblo. Pensamos que vamos a volver a llegar. Y junto conmigo vendrán los comandantes y comandantas… Con ellos también vendrá el oído de nuestras comunidades para aprender como organizaron su sistema de justicia, organizan la policía comunitaria, organizan los rondines, la vigilancia, y cómo han logrado echar hacia atrás a los delincuentes que antes los llenaron de pena en sus casas y en los caminos”.

Viniendo del hombre que dirige un ejército de guerrilla que ha sorprendido a la mayor parte del país y del mundo –y preocupado a otros, los de allá arriba- con su disciplina y capacidad para auto-organizarse, estas no eran palabras huecas. Como un recordatorio de que los zapatistas, más allá del amplio apoyo que reciben por parte de toda la sociedad Mexicana, cuentan también con un ejército rebelde en funcionamiento, el subcomandante repitió su advertencia al gobierno del presidente Vicente Fox, si es que envía tropas a Guerrero para desalojar 25,000 personas de sus hogares para construir una gigantesca presa hidroeléctrica en la región de La Parota: “Ahorita no esta haciendo calor. Hay viento fresco. Estoy hablando tranquilamente. Vuelvo a repetir: Si el ejército entra La Parota tiene que entrar a las comunidades zapatistas. Van a tener que construir esta presa con una guerra, o no construirla”.

“En cada parte de la República hay una historia de lucha y encima de ella una mentira.”, dijo el Delegado Zero, quien enfatizó que la “Otra Campaña” zapatista está tejiendo muchas batallas en una sola. –“Esta palabra de ustedes va a escuchar otros como ustedes… gente como ustedes, así sencilla y humilde, hay en todas partes de la República. Y hay mucha gente que quiere saber como va hacerla con la inseguridad, como va hacer con los delincuentes que ya sabe que el gobierno los suelta y hasta los paga o este en trato con ellos pues para hacer los delitos. Y a la hora que empiezan que conocer la historia de ustedes se van a convertir a que ahora están para nosotros, a unos maestros y todos vamos a ser alumnos para aprender de su historia”.

“Hay una rabia y una indignación pues que no cabe aquí en este pueblo. No cabe en este estado. Y no cabe en este país… y no cabe en las urnas electorales.”, dijo Marcos. “No va a valer si vamos estar solos…. Asaltan a uno, violan a otra, pero si sola esa persona quiere hacer algo no puede. Si sola una familia quiere hacerlo no puede. Cuando ya se esta juntando todo una población es cuando ya se puede, y cuando se junta la población de varios municipios pues ahora sí que corrió un criminal, ahora sí que tuvo miedo, porque no es lo mismo enfrentar una mujer que a 650 policías comunitarios.”.

“Hagan de cuenta que ¡lo mismo está pasando en todo el país!”. exclamó, repitiendo su axioma declarado con frecuencia de que “el culpable” de todos los dolores y miserias del pueblo, desde el campo hasta la ciudad, es un sistema: el capitalismo.

“Que hay una bola de delincuentes, asaltantes y violadores pero que están bien trajeados, bien perfumaditos, bien bañaditos, que comen bien, que además son los que mandan. Y entonces tenemos que preguntarnos si vamos a dejar que roben en todo el país o que vamos a juntar como la policía comunitaria… y juntos defendernos y traer tranquilidad a toda la gente”.

El pueblo pregunta, dijo: “¿Porqué el gobierno no hace nada? Y ¿porqué cuando me organiza para hacer una solución el primero que me ataca es el gobierno?

El vocero enmascarado de la Otra Campaña – un movimiento anti-electoral para construir una rebelión nacional anti-capitalista – hizo un llamado a la Policía Comunitaria y otros residentes de esta región para que se unan con aquellos que luchan por todo el país, que “vamos a apoyar, mutuamente como decimos nosotros”.

Los oficiales de la Policía Comunitaria, con sus rifles a los lados, las amas de casa, los niños, los ancianos, los residentes indígenas mephaa y mixtecos de esta región, se han integrado a la Otra Campaña.

“A nosotros no nos preocupa qué partido va ganar las elecciones”, concluyó Marcos, sonando cada vez más optimista a lo largo del camino de la Otra Campaña después de escuchar a la gente en cada pueblo y región. “Porque el que sea que quede, lo vamos a tumbar”.

Traducción: Francisco Álvarez Quiñones

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