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Yonquies de la Technologia

Reflexiones desde Bogotá, Colombia


Por Laura del Castillo Matamoros
Scholarship recipient at the Narco News School of Authentic Journalism

1 de diciembre 2002

Y aquí está él otra vez. El típico periodista amateur, responsable, que se levanta todos los días a las 5:00 am, para alcanzar a tomar el bus a las 7:00 am y así poder llegar temprano al canal de t.v donde trabaja como asistente del asistente del asistente de producción de un “Reality Show” para elegir una posible estrella de fútbol. Es decir, tiene que llevar a cabo un montón de cosas que “hacen creer que uno está ocupado”, cuando en realidad no se está haciendo nada.

Había soñado la noche anterior con ese trabajo que tanto odia, pero hoy pensaba en el DVD que podría comprarse con su primer sueldo mientras tomaba el suculento desayuno que le había preparado su mamá, oscilando entre el amor y el odio, después de haberlo visto tan patéticamente “borracho” la noche anterior: “Pero si apenas es lunes”—le habría dicho ella.

Después de bañarse los dientes, se despide de su mamá dándole un beso en la frente como el buen hijo que es y con eso vuelve a comprar su cariño. Lo de anoche ya ha quedado olvidado.

El bus, como siempre, se demora en llegar. Pero no importa, el fue educado para esperar. Eso piensa mientras de pie, en el paradero, escucha el mismo cassete de Fugazi que desde hace una semana tiene puesto en su Walkman: “I am a patient boy. I wait, I wait, I wait…”

Justo cuando pensaba en que tendría que hacer una sonrisa forzada para responder al saludo del vecino de en frente, el bus vino a su encuentro. Por primera vez se alegró de verlo venir, aunque cuando se subió sólo encontró con caras largas, hostilidad, ojos que miran de arriba abajo. Se encontró con la agonía de las personas “útiles”, como él.

Finalmente llega a su trabajo y saluda a todos sus compañeros como la persona decente de es. Llega el momento de correr, porque el trabajo en televisión es así: inmediato. No hay mucho tiempo para pensar, ni para preguntarse cosas. Es sólo una pérdida de tiempo. Pero él era visto como un trabajador juicioso y disciplinado.

Si sus jefes, exitosos comunicadores sociales, supieran cuanto los odia, si supieran que para sonreírles tiene que imaginarse que en realidad les está mostrando sus encías sangrantes. Pero no, él es demasiado cobarde para hacerlo. Es un pobre diablo que sólo hace lo que los demás esperan que haga.

A la 1:00 am deja listo el trabajo de hoy, o de ayer, que consitía en marcar sobres de los finalistas del concurso y guardarlos en cajas. Por lo menos los jefes se toman la molestia ésta vez de llevar a todos los esclavos hasta sus casas, para que no se diga que en el canal se explota a los trabajadores.

Ya en la casa, en su cuarto, con la certeza de que su mamá ya está dormida,cansado, prende su televisor de 34 pulgadas con sonido estéreo de alta fidelidad y sintoniza su canal favorito: Cartoon Network. Están pasando “Sheep en la gran ciudad” Es un personaje con el que se siente bastante identificado. En todos los sitios donde está se siente “nuevo en el barrio”. Pero bueno, un comercial anuncia que se verán nuevos capítulos del “Laboratorio de Dexter”. Eso está bien. Por ahora, todo está bien…

Una Historia Común

La anterior es la historia de un hombre común, como tantos otros que andan por ahí, hombres y mujeres comunes para quienes los teconologías de comunicación, peligrosamente, apaciguan su angustia, su desilusión y su descreimiento frente a la vida—algo muy común, muy frecuente, entre la gente de éste, mí descreído país.

Y es que, sin duda, se podría decir que a causa del vacío de creencias, el desencanto y el descreímiento —producto de la crisis de las religiones y de la política, entre otras cosas—, este hombre común, hoy por hoy, se ha refugiado en las tecnologías de comunicación que poseen los mecanismos necesarios “para hacer creer”, simulando la realidad, elaborando ficciones y ofreciendo ver lo que puede ser creído.

Creer, para el hombre contemporáneo, se basa entonces en la gran expectativa del consumidor que consiste en tener, en poseer artículos que no necesariamente forman parte de las necesidades básicas, sino que más bien se constituyen en un lujo. Tener es ahora sinónimo de Salvación, la que sólo se consigue a través del “trabajo innecesario”. Si nó se está condenado a vivir para siempre en el infierno terrenal, en la zona de los fracasados, de los zero.

Ese afán de tener, como bien lo señalan ustedes en el texto, ha sido creado precisamente, por los medios de comunicación que se encargar de definir lo que es el “deber ser”. Los noticieros ven la realidad en blanco y negro (Gobierno-bueno. Guerrilla-malos / Es bueno ser flaco—mejor suicídese si es gordo. Hay que escuchar a Shakira porque está poniendo en alto el nombre del país / El presidente Uribe practica yoga, por lo tanto el yoga está de moda).

Lo más grave de todo es que ya no es posible escapar al juego del consumo. Al final todos terminamos desempeñando “quehaceres inútiles” obedeciendo al intermedario que es el medio y a las pautas marcadas por los grandes monopolios y oligopolios. Quehaceres tan inútiles como apilar sobres para poder pagar los recibos de los servicios públicos, o tener la cuota del alquiler, o comprar la crema de las várices de la mamá, o la colección de lámparas japonesas, en fin.

De ésta manera el deseo de tener cada vez más, ya sea para pagar el agua o para comprarse el perfume con feromonas de Lucía Méndez, hace que los seres humanos (si es que se les puede llamar así) vivan esclavizados eternamente en los trabajos innecesarios que los medios de comunicación han hecho ver como “Labores de gente de bien”, de hombres y mujeres de éxito destinados a tener casa, carro y beca. Campaña que, por supuesto, sólo busca captar cada vez más y más consumidores pasivos.

Y el círculo nunca se cierra, ante el evidente vacío vital de los “hombres y mujeres citizen”, sus únicos ratos de “entreteniemiento y ocio”, se reducen a ver programas de concurso de fin de semana, a ver páginas porno por Internet o a asistir a las sesiones de la “oración fuerte al espíritu santo”, luego de haber visto en el programa de tv un testimonio de salvación. Esas son sus drogas. Ellos son los yonquies potenciales de las nuevas y prometedoras tecnologías.

Pero lo más triste de todo es que nisiquiera lo “underground”, lo “alternativo” se salva de las fauces de los medios. El rock se prostituye a pasos agigantados. Estados Unidos fabrica cada día más bandas de “jóvenes rebeldes, porque ahora ser loco y subvertor está de moda. Otro tanto ha pasado con la literatura y el arte calificados como “under”. Un panorama triste, sin duda…

Como se puede ver la cosa es tan mala que no puede ser peor. A este paso ya nadie, pero nadie, tiene voz interna (otra expresión favorita de ustedes). Por eso mismo no puede escucharse a sí mismo. Es más, escucharse le da miedo. Es incapaz de enfrentar a su propio Mr. Hyde.

Cómo se han podido dar cuenta, todas las ideas que ustedes plantearon en el texto no son más que el mero reflejo de lo que estoy sintiendo en este momento como periodista, como consumidora y como ser humano. Podría concluír que como periodista siento desilusión (esa misma de la que ustedes hablan, la que quizás nace de la ilusión), como consumidora, tedio y ,como ser humano, vacío y resignación.

Pero bueno, ya no voy a seguirme preocupando con cosas tan profundas, más bien iré a jugar Play Station. El único sitio donde he podido salir bien librada de las peleas.

Nota al margen: Espero que no les moleste que les haya enviado este pseudo-ensayo al último momento. Ya sé que soy una niña muy irresponsable y bueno, como una de mis mayores virtudes es la resignación entenderé que envíen al ícono del cesto de basura de su computador todo lo que tenga que ver conmigo. Sin embargo, como ustedes son unos muchachitos muy vanguardistas y librepensadores, confío en que por lo menos lean el escrito y lo desbaraten a punta de críticas…

Ah!, ya me estoy haciéndo a la idea de no ser elegida, pero aún así quería darles las gracias por haberse tomado la molestia de leer y responder mi e-mail. Realmente era algo que no me esperaba. Muchas gracias A-Narcos y ya saben que tienen una cómplice colombiana…

Respuesta del director-general luego de leer éste ensayo: Laura del Castillo, 22, de Bogotá, Colombia, será incluida in la lista de 25 becarios aceptados como estudiantes de la Escuela de Periodismo Auténtico de Narco News.

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