English | Español | August 15, 2018 | Issue #41 | |||
Atenco: después de la mentira, vienen los hechosLa gente cuenta la historia que los medios masivos de comunicación intentaron ocultarPor Bertha Rodríguez Santos
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Fotos: D.R. 2006 Amber Howard |
San Salvador Atenco es un pueblo dolido, la mayoría de los pobladores aún sienten mucho coraje por la saña e impunidad con que los polícias entraron a sus casas a destruir lo que encontraban a su paso.
A pesar de ello, los atenquenses vencieron el estupor y comenzaron a organizarse para impedir que esta agresión se repita. El sábado 6 de mayo, desde temprano, las autoridades del ejido sostuvieron una reunión con vecinos en el edificio del FPDT. Ahí decidieron formar grupos para impedir la entrada de los vehículos de la policía ya que la noche anterior, agentes armados recorrían las calles, intimidantes.
Al lado, afuera del auditorio Emiliano Zapata, cientos de personas, muchas de ellas integrantes de organizaciones sociales, comenzaban la Asamblea Popular Nacional, realizada para acordar un plan de acciones a nivel nacional y resolver el problema inmediato: la liberación de todos los detenidos, la presentación con vida de los desaparecidos y el castigo a los autores materiales e intelectuales del ataque policiaco.
El seis de mayo, desde muy temprano, familiares y amigos buscaban ansiosos las listas de detenidos y desaparecidos que alguien pegó en las paredes del local del frente. Una pareja viajó desde el Distrito Federal en busca de sus amigos Jorge Flores, Rosa Rosas de Flores y sus hijos Emperatriz y Jordan, -éste aparecía en la lista de desaparecidos-; mientras que Jorge había sido visto por última vez cuando se dirigió a su trabajo y después ya no se supo de él.
A la hora de redactar esta nota, no había una cantidad precisa de los detenidos, algunos reportes indican 250; se habla de cinco mujeres violadas, 18 desaparecidos, un joven muerto y decenas de heridos, uno de ellos, Alexis Benhumea “herido por un impacto de bazuca en el cráneo”, se encuentra hospitalizado en condición crítica. El número de heridos y detenidos y los daños materiales a consecuencia del enfrentamiento es una cuestión que tendrá que ser aclarada en estos días.
De acuerdo con el testimonio de varios vecinos, el día 3 de mayo, pasadas las 7:00 de la mañana, se registró el enfrentamiento entre vendedores de flores de Texcoco y policías municipales que pretendían desalojarlos de las afueras del mercado Belisario Domínguez, a pesar de que había un acuerdo con el presidente municipal perredista, Nazario Gutiérrez Martínez, que los dejarían colocarse ese día en que los albañiles celebran a la Santa Cruz.
“La policía comenzó a patear sus flores y tirar sus cosas” y eso calentó a los vendedores quienes se defendieron como pudieron.
Como a las 8:30 de la mañana, llegaron unos 600 elementos de la Policía del estado y comenzaron las hostilidades hacia los manifestantes quienes haciendo uso de piedras, palos y machetes, mantuvieron a raya a los uniformados.
Para esa hora, varios estudiantes, acudieron a solidarizarse y se dirigieron al puente de la carretera, otros acudieron a la presidencia municipal (al lado se encuentra el auditorio Emiliano Zapata y el edificio del FPDT).
Más tarde, alrededor de 11 policías fueron tomados como rehenes pero luego fueron liberados como gesto de voluntad política por parte de los pobladores para dispensar la situación . Para esos momentos, el número de heridos de ambos bandos se contaban por cientos.
Por la noche, cansados de la refriega, la mayoría de atenquenses, se retiraron a sus casas a descansar.
Al día siguiente, 4 de mayo, alrededor de 3:30 de la madrugada, comenzaron a sonar las campanas del pueblo por lo que algunas personas como Ana María y sus hijos, acudieron al centro para ver de qué se trataba.
Se había corrido la voz de que la policía entraría a Atenco pero la intervención policíaca vendría más tarde. Ante la falsa alarma, muchos regresaron a sus casas.
Fue hasta las 6:00 de la mañana, cuando estaba “un poco obscurito”, cuando volvieron a repicar las campanas. También resonaron los cohetes. Era la alerta de que los granaderos ya estaban en la entrada de la carretera.
Más tarde, unos 3 mil agentes de la policía estatal y federal cercaron la cabecera municipal. Entraron por cuatro accesos principales. Algunas agrupaciones se encaminaron hacia el centro donde estaba concentrado un grupo de vecinos y estudiantes, al tiempo que lanzaban gases lacrimógenos y balas. Los pobladores respondieron lanzándoles de regreso las granadas de gas lacrimógeno, cohetes, palos y piedras
Tres helicópteros –dos de la policía estatal y de la Policía Federal Preventiva-, según relata un vecino que se encontraba en el lugar, sobrevolaban el pueblo.
La información de que la policía estaba cateando las casas, se dispersó como pólvora por todo el pueblo. Algunos vecinos optaron por salir del área; otros estudiantes corrieron a refugiarse en las casas pero los policías, guiados por dos hombres que la comunidad identificó como Teodoro Martínez y Alejandro Santiago, entraron a las casas señaladas por ellos.
El historial del ambos hombres explican su comportamiento. Teodoro Martínez es un reconocido militante priísta resentido por haber perdido las elecciones municipales y amigo personal del gobernador priísta Enrique Peña Nieto. Alejandro Santiago, tío del joven asesinado Javier Cortés Santiago, fue comisariado ejidal durante la lucha contra el aeropuerto y es señalado por los opositores, por presuntamente haber vendido su consentimiento para la ejecución del proyecto.
Desde los helicópteros, afirman los testigos, estos hombres (uno de ellos con pasamontañas negro) señalaban desde arriba las casas que deberían ser cateadas.
Unos 20 estudiantes, hombres y mujeres que trataban de esconderse en una de las casas que se encuentran en la primera calle, al norte del palacio municipal, fueron brutalmente golpeados por la policía. A muchos de ellos los subieron desmayados a unas camionetas tipo van para ser trasladados a la cárcel.
Durante el operativo policiaco, que se prolongó alrededor de 6 horas, los policías golpearon a gente en la calle, incluso a ancianos y menores, violaron mujeres –el día 6 de mayo se hablaba de varones detenidos que fueron violados- y se metieron a las casas donde destrozaron puertas y ventanas; también destruyeron pertenencias de los moradores, incluidos muebles y vehículos.
La persecución contra la gente que se encontraba en el centro, llevó a los policías por calles y callejones. En el Callejón del Tejocote los jóvenes fueron golpeados sin clemencia con toletes y a patadas. Se teme que en este lugar los policías hayan violado a algunas de las 4 víctimas.
Cerca de ahí, entre las calles 27 y 16 de Septiembre, en la casa de Ignacio del Valle, aterrizaron antes del amanecer, los helicópteros que más tarde sobrevolaron el pueblo realizando la cacería de hombres y mujeres que resistieron la intervención policíaca, según el testimonio de un vecino.
Una joven menciona que cuando “todavía estaba obscurito”, varios estudiantes que huían, brincaron la barda del domicilio de la familia del Valle para tratar de escapar a la represión; se escondieron en el taller de imprenta de Ulises del Valle. Sin embargo, en pocos minutos fueron sacados a golpes de macana y patadas. Algunos policías vestían uniforme negro, otros portaban pantalón gris con chalecos antibalas.
Dos días después -luego de la multitudinaria marcha de apoyo-, durante un recorrido realizado por integrantes del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, entre los que iba la abogada Lilia Moreno, y acompañados por vecinos y reporteros, se pudieron observar los destrozos al interior de las casas cateadas.
El domicilio de la familia del Valle, de cuatro piezas, está en completo desorden: en una de las habitaciones, hay un colchón removido; montones de ropa se apilan por todas partes. Todas las pertenencias, incluyendo libros y trastes, se encuentran revueltos. Los juguetes de los niños están esparcidos en el piso.
Doña Elvira es otra de las víctimas de los cateos policíacos. Angustiada, porque no sabe cuando podrá regresar con sus cinco hijos, invita a los observadores de derechos humanos a que registren el saqueo.
Elvira llora mientras platica sobre los momentos de terror que vivió cuando recibió la noticia de que su casa estaba siendo cateada. Minutos antes, había sacado a sus 5 hijos (cuatro de ellos son menores de edad).
Los cojines de los sillones aparecen tirados en desorden, hay sillas volteadas en el piso y ropa revuelta.
Al final del callejón El Tejocote, hay una malla de alambre tirada. La casa tiene ventanas y la puerta principal destrozadas. De ahí sacaron a tres hijos de la familia, dos de ellos iban desmayados.
Alguien de la casa se pregunta con rabia: “¿Por qué nos acorralaron?” Se queja de lo injusto que es el gobierno. “Por pelear nuestros derechos nos llaman agitadores y macheteros pero todos aquí utilizan machetes para su trabajo”.
La casa está rodeada por otras viviendas que pertenecen a la misma familia. En uno de los cuartos, sobre una mesa, se encuentra entre un montón de cristales rotos, el rostro sangrante de Jesucristo, testigo mudo de la brutalidad institucional.
En la parte posterior se encuentran dos vehículos destrozados, entre ellos un Dart azul marino y una camioneta tipo van color gris.
Una maestra que pertenece al FPDT considera que el gobierno sólo esperaba un pretexto para reprimir a los habitantes de Atenco. Dijo que ante la presencia de policías que portaban armas de grueso calibre y que iban dispuestos a golpear a la gente, los pobladores no tuvieron otro camino que defenderse.
El gobierno tenía la intención de cometer “una matanza en el centro del pueblo. Se llevaron a gente enferma, golpearon a muchachitos y a mujeres”, afirmó.
Responsabiliza de “la masacre” al gobernador del estado, Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al presidente Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN) y al presidente municipal de Texcoco, Nazario Gutiérrez, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Después de la marcha de Chapingo a Atenco, Santiago Medina Islas, Presidente del Comisariado Ejidal de Atenco dijo que la agresión armada le hizo recordar la matanza de 1968. “ Yo creí que ya se habían muerto esos malos gobierno”, dijo.
“El señor (Enrique Peña) Nieto y el señor (Vicente) Fox hablan del “Estado de Derecho. Ahora entendí que el Estado de Derecho es mandar la fuerza pública y casi matar a los pueblos que se defendieron con piedras y palos”, expresó en medio de ovaciones.
Las movilizaciones en defensa de los campesinos tardó unas horas en hacerse sentir empezando con los bloqueos de carreteras en el Distrito Federal y ciudades vecinas del Estado de México. Las protestas brincaron las fronteras, frente a los representantes del gobierno en Estados Unidos, en Nueva York, Los Angeles, Houston, Boston, Chicago y San Francisco, decenas de personas mostraron su repudio contra el gobierno represor.
La lucha no para ahí. A partir de este 7 de mayo, diversas acciones han sido encaminadas a buscar justicia en el caso Atenco. Ya se instalaron plantones por tiempo indefinido frente a los penales de Santiaguito y Almoloya. Se realizarán paros estudiantiles el 10 de mayo y continuarán los bloqueos carreteros en todo el país a partir del 11; el 12 de mayo habrá una gran marcha que partirá a las 4:00 de la tarde desde la Secretaría de Gobernación a Los Pinos, como parte de la Jornada Nacional de Lucha por la liberación de los presos y para exigir el la presentación de los desaparecidos.
Para el 13 de mayo, se tiene programada la II Asamblea Nacional contra la Represión a partir del mediodía en Atenco. Así como mítines de repudio frente a las sedes nacionales del PRI, PAN y PRD. El 15, se contempla una Marcha Nacional en todo el país. La solidaridad nacional establecerá plantones permanentes en las prisiones y el centro de Atenco.
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