Desalojan a campesinos de la Granja del Surcentro de Los Ángeles

Traicionados por el alcalde Villaraigosa, adherentes a la Otra en el Otro Lado y vecinos simpatizantes resisten la entrada de policías antimotines

Por Margarita Salazar
El Otro Periodismo con La Otra Campaña en el Otro Lado

13 de junio 2006

Los Ángeles, California. 13 de junio.- Elementos del Sheriff del Condado de Los Ángeles iniciaron hoy, poco antes de las cinco de la mañana, el operativo de desalojo de unas 350 familias —la mayoría de ellas inmigrantes de México y Centroamérica— que durante los últimos tres lustros habían logrado transformar un terreno árido y baldío en una celebre y querida granja colectiva que producía frutas, legumbres, verduras y flores para beneficio de la comunidad.

El terreno en el que se asentaron los sembradores había permanecido en el abandono durante décadas y no fue sino hasta 1992, como resultado del levantamiento popular de ese año (cuando Los Ángeles estalló en llamas ante la absolución de los agentes de la policía de esta ciudad que macanearon a placer al afroamericano Rodney King), que el gobierno municipal autorizó el uso de la tierra a los ahora desalojados.

Esta agresión, declaró Tezozomoc, vocero de los campesinos, puede desencadenar fuertes reacciones de descontento y es claro que quien lo está provocando es el gobierno de Los Ángeles.

Ese mismo gobierno, encabezado por Antonio Villaraigosa, político de origen mexicano que faltó a su palabra y les negó a los campesinos el apoyo político y económico que sí le dio al actual dueño del terreno, el especulador de bienes raíces Ralph Horowitz. Villaraigosa optó por quedar bien con el capital y sacrificar a quienes, de dientes para fuera, son sus hermanos de origen.

Horowitz, propietario original del terreno, lo vendió a la ciudad de Los Ángeles a fines de los 1980, en 4.7 millones de dólares. En 2003, empero, Horowitz, en un típico acuerdo “de recamara” —o en lo oscurito, como también se estila decir en estos casos de favoritismo y acuerdos copulares— recuperó el terreno de 14 acres pagando por éste 5 millones de dólares. Ahora pide 16.3 millones de dólares, suma que los sembradores, pese a los esfuerzos que hicieron junto con diversos grupos de la sociedad civil, no alcanzaron a reunir.

Fuentes extraoficiales del gobierno local habían asegurado que el alcalde posibilitaría la ayuda económica, pero por lo visto Villaraigosa hoy no movió un dedo para prevenir el desalojo.

Esto, a pesar de que la fundación Annenberg, una entidad sin fines de lucro, había ya prometido una aportación de 10 millones de dólares para iniciar el proceso de compra-venta a favor de las 350 familias que hasta esta madrugada hacían producir la tierra —nopales, verdolagas, chipilín, flor de calabaza, por ejemplo— en un necesario oasis dentro de la mancha urbana de esta ciudad destazada por largas autopistas y puentes de concreto cuyo remedo comienzan a padecer, en otro ejemplo, los pobladores de la Ciudad de México.

Pero no sólo existe el paralelismo entre los llamados “segundos pisos”, que para privilegio de las clases pudientes construyó el gobierno del perredista Andrés Manuel López Obrador y los “freeways” que hacen de esta ciudad un eterno e indescifrable crucigrama.

El Otro Periodismo constató que también desde abajo y a la izquierda, los Campesinos del surcentro —adherentes y miembros de La Otra Campaña en El Otro Lado— se engarzaron con sus hermanos mexicanos del sur de la frontera.

“¡Todos somos Atenco y el sur-centro!”, “¡Villaraigosa culeroooo!” fueron algunas de las consignas que se escucharon a lo largo y ancho de las avenidas Alameda, Long Beach, 40 y 41, que enmarcan el proyecto de una cooperativa de producción de la tierra que los cálculos político y económico estimaron prescindible y desechable.

No es así para los cientos y cientos de jóvenes estudiantes, activistas, defensores del ecosistema, o para las amas de casa, por nombrar sólo a algunos de los diversos sectores de la sociedad civil que hicieron de la granja “su granja”, y que desde esta mañana se congregaron para oponerse con pacífica resistencia a los abusos del poder.

A las armas de alto calibre y a los toletes de los antimotines, se les opusieron guitarras, tambores y silbatos; a los cascos y escudos de material de alto impacto, les hicieron frentes paliacates y pasamontañas, símbolo zapatista que ya devino identificación anticapitalista; a las prominentes siglas LAPD y SWAT (Los Ángeles es pionero en la creación de esta fuerza de choque armada hasta los dientes y por definición destinada a combatir a “terroristas”) se les reviró con otras contundentes: “Viva el EZLN”, “Salvemos nuestra granja” y “¡El pueblo unido jamás será vencido!”

Rufina Juárez, una de las más tenaces defensoras del predio comunitario, declaró a El Otro Periodismo que la agresión de que han sido objeto no será olvidada y lanzó fuertes críticas a Villaraigosa, quien a lo largo de su carrera ha ido trepando los escalafones de poder reivindicando su origen y su raza.

“Los mexicanos —dijo con los ojos anegados por las lagrimas— tenemos una larga tradición en la defensa de nuestra tierra y esta agresión no la vamos a olvidar. Quien no ama a su tierra no tiene madre y está claro que Villaraigosa no tiene madre. Sería mejor que se quite el nombre y se ponga ‘Tony’. No le importaron las mujeres, los niños, nada.”

Las declaraciones de Rufina se dan en momentos en que maquinaria pesada está arrasando con las parcelas, que con tanto amor y paciencia levantaron los campesinos, y cuyo producto en muchas ocasiones era regalado a las familias del vecindario, de por sí las más desprotegidas en esta ciudad del primer mundo.

Muy poco le importó al establishment político el que los granjeros del sur-centro, que alcanzaron relevancia en el país y en el extranjero por derecho propio, fuesen apoyados por figuras de un sector liberal que ha sido tradicionalmente aliado del partido Demócrata, es decir, estrellas del mundo del entretenimiento: Joan Baez, Danny Glover, Martin Sheen, Laura Dern, Tom Morello, Willie Nelson, Alicia Silverstone y Daryl Hannah, quien, junto con otras tres personas, se encontraba, al momento de redactar esta nota, encaramada en lo alto de un nogal con la intención de parar, o al menos obstaculizar, la incursión encabezada por sheriffs y policías.

Hannah, actriz de Blade Runer, una de las películas emblemáticas del genero ciencia-ficción, afirmó que resistirá en el árbol tanto como le sea posible.

La fuerza inicial de choque estaba compuesta por elementos del cuerpo antimotines del sheriff, que llegaron con todos sus arreos de combate para enfrentarse tanto con campesinos como con: simpatizantes pacíficos y desarmados. Para el operativo se recurrió al bloqueo de buena parte del perímetro, para lo cual se usaron vagones de ferrocarril, más de 40 patrullas, y varios helicópteros.

Adentro de la granja, una centena de personas esperaba. Sin más armas que su convicción, pedían agua a los de afuera, unos 500 manifestantes que reclamaban a las autoridades por el exagerado dispositivo.

Una y otra vez las preguntas indignadas: ¿Por qué destruyen las cosechas? Eso es comida para nuestros hijos. ¿Qué no tienen familia?, preguntaban angustiadas algunas de las desalojadas, que recibían cínicas respuestas, tales como las que fueron dadas por un policía, “Yo no tengo hijos” y “Lo hacemos por el bien de ustedes”.

Hasta el momento, 39 personas que se oponían al desalojo han sido arrestadas, y la situación que se vive es de una clara tensión. Las fuerzas policíacas están conminando a los manifestantes para que se dispersen y desalojen el área. Pero los diversos grupos reunidos aquí se mantienen firmes y afirman: ¡Aquí estamos y no nos vamos!

De lo que ocurra en las próximas horas se tendrá que reportar la prensa local, nacional e internacional que se encuentra aquí, si es que, al menos por una vez, escuchan no a las voces del poder, sino a la gente de abajo, que es, a fin de cuentas, la que tiene bien puesto el corazón, que en estos momentos y al unísono, está palpitando como debe ser: firme y a la izquierda.

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