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Hacia una legalización de las drogas

Photo: D.R. 2002 Maria Botey
Una plática con Gustavo de Greiff


Por Maria Botey Pascual
Por Esto!

14 de noviembre 2002

La única vía para acabar con el narcotráfico es la legalización de las drogas, es decir, la regularización de su producción y comercio. Esa es la tesis que desde casi diez años mantiene Gustavo de Greiff, ex Fiscal General de la Nación en Colombia y ex embajador del mismo país en México, quien asegura que la legalización no tiene por qué producir un aumento del consumo de drogas y en cambio sí terminaría con la violencia, la corrupción y la desestructuración progresiva de la sociedad que el narcotráfico trae consigo.

Según de Greiff es justamente la prohibición de las drogas – una política que comenzó a desarrollarse con fuerza en los años 70 bajo el gobierno del presidente Nixon ante la violencia callejera provocada por la competencia entre organizaciones por los mercados de consumidores – lo que provoca esta violencia, así como que su comercio, por el riesgo que conlleva al ser ilegal, produzca enormes ganancias para los narcotraficantes y las autoridades corruptas, negocio que difícilmente va a detenerse mientras existan los consumidores.

Investigador del Colegio de México en la actualidad, el ex Fiscal General de Colombia explicó en entrevista para el diario Por Esto! que fue mientras ejercía este cargo que se dio cuenta de la inutilidad de la lucha contra el narcotráfico: “La policía arrestaba narcotraficantes, desmembraba cárteles, confiscaba propiedades, destruía laboratorios, interceptaba cargamentos de droga y, a pesar de todo ello, nada ocurría en el panorama general del combate contra la droga, porque ésta seguía llegando a los mercados consumidores, entre ellos el más importante, el norteamericano. El negocio es tan próspero que desintegrado un cártel enseguida otros narcotraficantes pasan a cubrir el espacio liberado en el mercado”.

De Greiff se basa en estudios de la Oficina de Control de Droga dependiente de la Casa Blanca para matizar que aunque el negocio de la droga es gigantesco, no llega a los 500 mil millones de dólares como se ha asegurado para justificar la política antidroga, sino que son unos 57 mil millones anuales lo que se gastan los consumidores americanos en drogas ilícitas o en drogas lícitas usadas ilícitamente. Producir un kilo de cocaína y transportarlo hasta Estados Unidos implica una inversión de 2 mil 500 dólares; luego el mayorista norteamericano lo mezcla con otras sustancias como talco o harina para aumentar su rendimiento y se distribuye en la calle por un valor de 20 hasta 30 mil dólares, o sea unos beneficios enormes que, sin embargo, quedan mayormente en Estados Unidos, recibiendo los países latinoamericanos implicados una parte menor de los 57 mil millones, según mencionó.

Además de la violencia en las calles y la desintegración del tejido social, el narcotráfico provoca el enriquecimiento desmedido de los traficantes y también de los corruptos, destacó. ”Por ser un negocio prohibido no puede tener éxito sin la colaboración de autoridades que cierren los ojos ante el transporte o venta de droga a cambio de dinero o favores tanto en los países productores como en los consumidores, una corrupción que alcanza a individuos de todos los niveles de autoridad, desde la policía, los controles aduaneros, las organizaciones de inteligencia, los aeropuertos, los operadores de puertos marítimos y por supuesto los políticos”, comentó, y añadió que además ha sido utilizado para la compra de armas que benefician a los grupos violentos que actúan en los países de este hemisferio.

De Greiff señaló la importancia de que la legalización del comercio, transporte y comercialización de la droga, para que el negocio deje de ser monstruosamente obsceno y se convierta en un negocio ordinario, que además produzca impuestos que puedan ser invertidos para el bien de la sociedad. Destacó asimismo los miles de millones que se gastan anualmente en la represión del narcotráfico, que podrían dedicarse a otros rubros. Y es que si en los últimos diez años el consumo en Estados Unidos ha permanecido más o menos estable, en el mismo periodo el presupuesto norteamericano para el combate de la droga ha pasado de mil millones a 17 mil millones y medio de dólares (o 18-19 que se piden para el 2003), lo que demuestra que la guerra contra el narcotráfico no es en ningún modo efectiva, asentó.

El miedo a la legalización

El doctor en Jurisprudencia y ex embajador de Colombia en México indicó que uno de las grandes dificultades para conseguir la legalización es el miedo de la población a que la droga pueda conseguirse más fácilmente y aumente el número de usuarios. Sin embargo el hecho es que aún siendo prohibida, la droga está a mano de todo individuo que la desee en cualquier ciudad de este continente, remarcó. “La droga ya está en todas partes sólo que por ser prohibida, pequeños consumidores que deberían ser tratados como enfermos, van a la cárcel (“lo que es una canallada, ya que nadie se rehabilita en la cárcel”), y la calidad del producto está deteriorada de tal forma que los elementos utilizados para adulterarla (y así aumentar su volumen e incrementar los beneficios) llegan a provocar mayores daños en el consumidor que si fuera pura, como se ha demostrado médicamente en varias ocasiones”.

En este sentido, De Greiff puso el ejemplo de la legalización del alcohol en Estados Unidos, que terminó con el negocio de las grandes mafias implicadas en el negocio y no produjo un aumento en el consumo; “si acaso el consumo aumentó más adelante con los problemas psicológicos derivados de la Segunda Guerra Mundial”, sugirió.

Para apoyar su tesis citó asimismo el estudio llevado a cabo en 1994 por el Colegio de Abogados de Nueva York llamado “Una vía más sabia, terminar con la prohibición”, en el que un comité de expertos (políticos, economistas, sociólogos, médicos, químicos) después de analizar la supuesta evolución del consumo en un ambiente de legalización, llegaron a la conclusión que la regularización de la producción y comercio de droga no incrementaría de manera notable el consumo, siempre y cuando la legalización se acompañara de tratamiento médico a los adictos y de campañas educativas inteligentes y honestas para disuadir del uso de drogas, “y no campañas estúpidas y engañosas como muchas de las actuales, que dicen que si fumas un poco de marihuana o pruebas dos o tres veces cocaína te vuelves adicto, ya que luego los jóvenes comprueban que no es verdad, concluyen que todo lo que se les cuenta al respecto es mentira y deciden seguir consumiendo”, comentó De Greiff. Y exhibió el ejemplo del tabaco, que a pesar de producir tanta o más adicción que la cocaína o marihuana según los científicos, ha conseguido reducirse sustancialmente su consumo a base de campañas informativas y sin provocar los daños de la prohibición, “que traería consigo también la formación de bandas de tráfico ilegal de tabaco, violencia y corrupción”.

La farsa de la guerra de la droga

Otra de las dificultades para la legalización de las drogas son todos los individuos que están implicados en la corrupción, sostuvo De Greiff, “que como se ha dicho están en todas las corporaciones implicadas en la represión y vigilancia, así como políticos: unos porque se les acabaría el trabajo y otros porque dejarían de recibir los beneficios del narcotráfico a través de los sobornos, o sea que se les acabaría el negocio”.

De ese modo citó ejemplos que han salido a la luz pública, de policías que interceptan droga pero sólo declaran la mitad y el resto la venden, casos en que se decomisan cargamentos para liberar otras rutas por las que están pasando mayores cantidades, agentes de la DEA que denuncian lavadores de dólares mientras protegen a otros que practican la misma actividad, o políticos que se escandalizan del consumo de droga en lo moral y prometen combatir el narcotráfico públicamente, mientras reciben beneficios de la corrupción o incluso ellos mismos son consumidores.

De Greiff mencionó asimismo el juego político que subyace bajo las detenciones de narcotraficantes o bajo los aseguramientos de cargamentos ilegales, que los gobiernos a veces utilizan para publicitar sus propios éxitos en el combate contra la droga y seguir justificando la política represiva al respecto, “cuando en realidad no existe tal éxito aunque apresen más y más narcotraficantes, ya que la droga sigue fluyendo en las mismas cantidades a los mercados de consumidores”.

Pero el gobierno más interesado y beneficiado por la política de la guerra contra la droga y que es al mismo tiempo su gran promotor, aseguró, es el gobierno estadounidense, que ha utilizado está política para mantener subyugados a los países de América Latina, por un lado con la cuestión de la descertificación (“con la que los amenazó en múltiples ocasiones en caso de no cumplir con las condiciones que les imponen, aunque no tengan que ver con la droga, como fue el caso en 1995 cuando el embajador de Estados Unidos condicionó la certificación de Colombia a la modificación del convenio bananero con Europa”) y por otro con un intervencionismo político y militar cada vez más evidente que pretende mantener el dominio y proteger el abasto de materias primas baratas para la Unión Americana.

Políticos, medios de comunicación y legalización

Recordándole que en varias ocasiones distintos políticos a lo largo del continente se han pronunciado a favor de la legalización (incluso el presidente Vicente Fox una vez expresó públicamente la necesidad de que algún día se legalizaran las drogas), el ex Fiscal General de Colombia comentó que la mayoría de los políticos de Latinoamérica están convencidos de que el combate contra la droga es una farsa o es inútil: “Yo converso con muchos políticos y muchos me dicen que tengo razón, que esa es la única solución, pero que no se atreven a decirlo públicamente porque serían acusados de contactos con el narcotráfico, como me ocurrió a mí”.

Cuestionado acerca de la posibilidad de que los políticos se decidan a tomar cartas en el asunto y promover lo que ven como necesario – la legalización -, De Greiff señaló que “lo que se necesita es valentía y desgraciadamente hay pocos valientes en el mundo, pero si la hubiera y sobretodo si varios países de Latinoamérica se plantaran unidos ante la farsa, sin miedo a las represalias económicas de Estados Unidos, otro gallo cantaría”. Y concretando sugirió que una forma de presionar a los políticos sería mostrando a la opinión pública el fracaso de la política antidroga represiva, “entonces el político va a tener miedo de afiliarse a una política fracasada, el político honesto o al menos el utilitarista. Al deshonesto hay que terminarle el negocio y eso es posible con la legalización”.

Y es que otro de los problemas que enfrenta la propuesta de la legalización, continuó, son las grandes campañas de desinformación promovidas sobretodo por parte del más interesado, el gobierno norteamericano, en un juego en el que participan los periodistas pagados (con dinero o con información) para afirmar una y otra vez que la única solución al asunto del narcotráfico es la represión y que si se legalizaran las drogas el consumo aumentaría. “Así se entiende que incluso en Colombia, con todos los males que ha ocasionado la producción y comercialización de la droga, en una encuesta reciente sólo un 36% de la población se declaró a favor de la legalización, y eso porque les da miedo una extensión del problema de las drogas”, ilustró.

Por esta razón, insistió, es necesario seguir educando a la población, mostrarle a la gente las mentiras que se dicen sobre la guerra contra la droga, mostrarle que no es cierto que se esté acabando con el narcotráfico a pesar de las continuas detenciones y decomisos, que no es cierto que la represión sea benéfica, mostrarles que la corrupción sigue extendiéndose y que la droga sigue fluyendo y está al abasto de cualquiera que la desee a pesar de la prohibición, y enseñando que para evitar el consumo son necesarias las campañas informativas para que la gente se cuide de la droga, mientras al adicto debe ofrecérsele la oportunidad de recurrir a un centro de salud y no la cárcel, ya que se ha demostrado que un tratamiento seguido de forma científica sí tiene posibilidades de éxito, aseveró.

Despenalización y beneficios de la legalización

Gustavo de Greiff apuntó que a pesar de los obstáculos que se interponen en el camino de la legalización – “puede que yo no lo vea porque ya tengo muchos años (es nacido en 1929), pero sé que algún día se legalizarán las drogas y se demostrará que teníamos razón” -, existen en el mundo signos alentadores como la experiencia de despenalización de Holanda, la de Inglaterra, la reciente de Portugal, la despenalización de la marihuana en varios estados de la Unión Americana y voces de varias partes del planeta que claman ya por un cambio de estrategia en relación a las drogas.

Sin embargo precisó que la despenalización no es suficiente, ya que sólo evita que los consumidores vayan a la cárcel o que los vendedores encuentren un consumidor más tranquilo, pero no termina con narcotráfico ni con la corrupción actual de las autoridades, que se enriquecen de forma alarmante mientras los que sufren son los consumidores y la población en general.

La solución del problema del narcotráfico es la legalización de las drogas, reiteró, y especificó que legalización no tiene porqué significar venta abierta, sino regularización del negocio, de la producción, transporte y comercialización, con permisos para cada actividad, control de la calidad del producto para que no sea adulterado y precisiones legales como no venderla cerca de las instituciones educativas, no publicitarla en los medios de comunicación, etc, siempre con el acompañamiento de campañas de prevención al consumo abusivo y de tratamiento médico a los adictos.

De Greiff concluyó que de ese modo se destruiría el negocio a los narcotraficantes, se acabaría con la corrupción y la violencia criminal que la actividad ilícita conlleva, se evitaría el uso del dinero de la droga para la compra de armas, o que Estados Unidos utilice la política antidroga para mantener a Latinoamerica subyugada. “Claro que además de la presión económica directa, actualmente el gobierno de Washington cuenta con nuevas pretextos para ello….”, ironizó.

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