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 English | Español August 15, 2018 | Issue #42


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Narco News Issue #41
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Un recuento completo mostraría que López Obrador ganó la presidencia con más de un millón de votos

El escrutinio fraudulento del 2006 es sólo la punta del iceberg de los crímenes cometidos por las autoridades electorales mexicanas


Por Al Giordano
Parte II de una serie especial para The Narco News Bulletin

12 de julio 2006

Este reportaje, parte dos de una serie, fue publicado en inglés el 8 de julio. Lea la primera parte aquí. La tercera parte, que actualizará la historia con un análisis de las nuevas evidencias en video y audio, así como reacciones de la Casa Blanca, se publicará en los siguientes días.

Los medios comerciales de todo el mundo han estado informando que Felipe Calderón ganó las elecciones presidenciales del 2 de julio con un 0.58 por ciento del voto frente a López Obrador, y que gobernará México por los próximos seis años a partir del 1 de diciembre.

No sería la primera vez que los medios comerciales se equivocan.

Varios de esos reportajes afirman que el primer cómputo de actas – 130,000 papelitos que supuestamente representan los totales de cada casilla – era un “recuento.”

No sería la primera vez que el “periodismo en manada” reporta mal una importante historia de carácter internacional.

La verdad: No se llevó a cabo ningún “recuento” el miércoles pasado. Ni antes, ni después. Lo que sí se realizó – lo decimos nuevamente – fue sólo el primero escrutinio de los totales de las casillas.

Una investigación de Narco News descubrió que en la muestra pequeña de casillas –menos del uno por ciento del total – en donde se permitió un recuento, el cambio de las cifras en contra de Calderón era tan drástico que – si los recuentos de todos los votos siguieran la misma tendencia – los resultados oficiales se invertirían y Andrés Manuel López Obrador quedaría como ganador de la presidencia con una diferencia de más de un millón de votos.

El fraude del millón de votos

La parte I de esta serie reportó la deshonestidad de la noche de las elecciones por parte del Instituto Federal Electoral (IFE) de México, cuando ocultó 3.3 millones de votos (aproximadamente ocho por ciento del total) a la opinión pública, afirmando que su Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) había calculado el 98.5% de los resultados.

Nuestro reportaje de ese entonces mostró que la inclusión de 2.5 millones de dichos votos –después de que, bajo una gran presión pública, el IFE los reveló por fin – redujo considerablemente la afirmación original de que Calderón había ganado por 377,000 votos, cifra que cayó en picada hacia un margen de 257,000. El primer escrutinio oficial del miércoles pasado, redujo ese margen a 13,000 menos, pese a que a el IFE se negó volver a contar, esta vez manualmente, más del 99% de los votos.

Un árbitro electoral – actuando de mala fe, con el interés en evitar un escrutinio exacto – en respuesta a tanta hemorragia (es decir, la caída, a partir del lunes 3 de julio, del supuesto margen de victoria de Calderón), actuaría de manera apresurada para impedir la finalización transparente de un conteo cuidadoso.

Justamente, a causa de la prisa, el jueves pasado, el Consejero Presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, inexplicablemente usurpó el papel legal reservado para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), para declarar a Calderón como el ganador oficial.

Proceso, la revista semanal más importante de México, concluyó en su propia investigación:

“La decisión del IFE de dejar en suspenso el anuncio de los resultados del PREP, a pesar de que pudo hacerlo desde la noche del domingo, confirma que este organismo ha sido aliado del gobierno federal en su empeño de evitar a toda costa la llegada a la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador.”

Para los periodistas auténticos, el conflicto post-electoral de México es uno de esas noticias gigantes que acontecen pocas veces en la vida: no se trata simplemente de reportar cómo un fraude electoral, con tecnología de punta, fue perpetrado en un país importante de 100 millones de habitantes, sino, desde una perspectiva más histórica, de informar cómo ese fraude será arrasado. Esta noticia se reportará durante semanas, e incluso meses, antes de que se resuelva. La primera batalla ya está en proceso: la lucha para contar los votos.

Es objetivamente mentiroso informar, como lo han hecho varios medios grandes, que hubo un “recuento” de los votos el miércoles pasado. No pasó nada parecido. Lo que sucedió fue que la primera cuenta real de los resultados informados en cada casilla -cosa que ocurre después de cada elección- muestra evidencias contundentes de que se necesita un recuento completo para lograr un resultado preciso.

El miércoles hubo un recuento parcial – de menos del uno por ciento de las votaciones – que disminuyó el supuesto margen de victoria a más de seis puntos en el porcentaje, es decir, a 13,000 votos. Dentro del contexto de los resultados fraudulentos hallados durante el nuevo conteo, se puede pronosticar, entonces, que un recuento de tan sólo el 18.7 por ciento de los votos empataría la votación.

Un recuento completo –si las boletas en las urnas no han sido manipuladas o desaparecidas (cosa que ya pasó en varios lugares de la República, donde se ha descubierto papelería tirada en basureros municipales y en cubos de basura callejeros)- mostrará que la victoria es para el candidato Andrés Manuel López Obrador, con más de un millón de votos: 1,056,900, para dar un estimado más preciso.

De hecho, el equipo de campaña de López Obrador sólo busca hacer un recuento de las casillas en donde encontró indicios de fraude. Y son muchas: más o menos 43,000. Siguiendo la misma proyección, se puede pronosticar que si esas casillas fueran sometidas a una nueva cuenta, voto por voto, saldría victorioso este candidato.

¿Acaso es una sorpresa entonces que Calderón, el Partido de Acción Nacional- que él representa- y el IFE se opongan y se resistan a llevar a cabo un recuento completo o parcial, aunque, incluso, estén poniendo en riesgo su propia legitimidad? (A pesar las afirmaciones “legaloides” de que “la ley” prohíbe realizar un recuento completo, los artículos 41 y 99 de la Constitución mexicana no sólo lo permiten: lo obligan.)

El verdadero y legítimo vencedor de las elecciones del 2 de julio, es el ex jefe de gobierno del Distrito Federal, López Obrador, will make his case today, Saturday, to his supporters and to the nation of how exactly this election fraud was carried out against him and them. He will have to do so against the gale-force winds of a boycott of the true facts by much of the mass media (especially the Mexican television duopoly of Televisa and TV Azteca), and the complicity of the country’s electoral authorities in the maintenance of their own false decrees. He will begin this daunting task today, Saturday, at 5 p.m. Central Time, directly to a multitude of his supporters that he has called to the Mexico City Zócalo – the Mexican town square in front of the National Palace – at an event which he has titled an “informational assembly.”

Despite the newsworthiness of the moment, even its value as a “ratings booster,” this opening statement by the prosecution will not likely be televised. Still, the facts will travel to every corner of the country and world by word-of-mouth, organization, and, significantly, via the Internet, which has an important role to play in this chapter of history.

Muchos observadores han comparado el conflicto post-electoral en México de 2006 con el los Estados Unidos, ocurrido en el 2000. Aunque sí existen paralelos (así como distinciones), hay una diferencia muy importante en la ecuación, y es de carácter social: que la parte del electorado en EU - que se sintió estafada- no vio ninguna manera de luchar y contrarrestar el fraude, o fue demasiado ingenua, o estaba demasiado espantada como para hacer algo. No obstante, en México hay un camino: una masa crítica de la población mexicana entiende exactamente qué fue lo que le pasó y está lista para asumir los mayores riesgos, con el fin de castigar el crimen. Para el capital global y su “proceso electoral” cada vez más falso –no solo en México sino en todo el planeta – está en juego la creencia pre-fabricada de que no se puede hacer nada al respecto. Así como sucedió un siglo atrás durante la Revolución Mexicana de 1910, México está a punto de – como lo ha dicho en varias ocasiones el subcomandante Marcos – “sorprender al mundo otra vez.”

Guanajuato como Florida

En el estado norte-central de Guanajuato –territorio del presidente Vicente Fox y una base electoral importantísima para su partido, el PAN, y Calderón – los resultados oficiales de los 6,122 casillas del estado (menos que cinco por ciento de la votación nacional) le dieron a Calderón un margen de más de 700,000 votos. Es decir, aun cuando, según los sumamente sospechosos resultados oficiales, López Obrador ganó en el resto del país con casi medio millón de votos.

Guanajuato es un estado donde el fraude electoral fue llevado a cabo –y se sigue realizando de manera encubierta– sistemáticamente. Allí, las actas en 640 de esas 6,122 casillas, muestran discrepancias e irregularidades tales como la emisión de más votos que el número de votantes en la zona; más votos para Calderón que el numero total de votos en la casilla; funcionarios electorales que se negaron a contar los votos en público; diferencias entre el resultado real y el resultado que se informó, así como actas perdidas o sospechosas. Cada una de estas irregularidades es suficiente razón para impulsar, de acuerdo a la ley, un recuento de voto por voto en primera instancia. El miércoles, pese a mociones para contar los votos en cada una de esas 640 casillas, funcionarios electorales en Guanajuato sólo permitieron que se vuelvan a contar en ocho.

Esas ocho casillas –que representan un 0.13 por ciento de la votación del estado- redujeron el margen de Calderón por 253 votos, un promedio de 31 votos por casilla. Si las 632 casillas con irregularidades que faltan por contar mostraran un cambio parecido, la cifra para López Obrador aumentaría a 19,592 votos. Si todas las 6,122 casillas, ya contadas a mano, mostraran un cambio semejante, Guanajuato solo cambiaría el escrutinio nacional por 189,782 votos. Este estado, que representa el cinco por ciento de la República, reduciría el margen oficial de Calderón a un 77%, es decir, de 244,000 a tan solo 55,000 votos.

Afirmaciones del IFE y, de otras personas referentes a que la selección de ciudadanos para servir como funcionarios en las casillas hace imposible la parcialidad y el fraude, son absurdas. La corrupción, en las elecciones mexicanas, es una calle de doble vía con una larga historia. Por cada soborno o “dispensa” (de comida, materiales de construcción, etcétera) repartido por un funcionario corrupto para alquilar un voto o credencial, existe un votante dispuesto a cumplir con su parte: prestar su voto (o su credencial) a cambio de dinero u otra cosa. Una cultura de corrupción no se cura en una sola elección, ni durante una gestión presidencial de seis años. Sólo puede contrarrestarse a través de recursos legales, como uno que ya existe – o debería existir -: un recuento, voto por voto.

Los perpetradores de este fraude, los panistas, se quejaron durante décadas sobre las tácticas autoritarias utilizadas por el entonces gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) para robarle las elecciones al PAN. Pero una vez en el poder, comenzó a adoptar tales tácticas. En un lugar como Guanajuato, cuya propia cultura es sumamente panista, más que el diez por ciento de las casillas fue víctima de actividades fraudulentas tan obvias, que observadores de los otros partidos cuestionaron las irregularidades en la noche del día 2 de julio y el pasado miércoles durante el cómputo de las actas. En otros partes de este estado, simplemente no había observadores opositores en las casillas para hacer tal cuestionamiento (al igual que en otros estados dominados por el PAN, como Jalisco y Nuevo León). La parcialidad de los funcionarios ciudadanos en las casillas (y, durante el escrutinio del miércoles, de los trabajadores del IFE) fue puesto en evidencia por la negativa frente la propuesta de abrir las urnas y contar, voto por voto, incluso en las 632 mesas de votación donde habían ocurrido claras irregularidades, que eran pruebas suficientes como para impulsar tal conteo.

Este tipo de evasión por el PAN en sus baluartes (entre las que se encuentran no sólo Guanajuato, sino también Jalisco y su capital Guadalajara, junto con Querétaro u otros estados a lo largo del norte mexicano, incluyendo Nuevo León y su capital, Monterrey), y por el IFE a lo largo del país indica que los participantes en este fraude están bien concientes de que su victoria está basada en el robo y la criminalidad. Desde el domingo, 2 de julio, han buscado impedir un recuento completo de frente a los ojos de la prensa y la opinión pública. La naturaleza humana es consistente. Los prejuicios y parcialidades de la gente juegan un papel en el conteo de los votos, dondequiera que sea posible. Nada de este análisis requiere teorías de conspiración (no obstante, eso no quiere decir que no hubo un complot; sería extraño que en la política mexicana no existieran). Basta confiar en la naturaleza humana y sus elementos de poca confianza, sin mencionar el error humano.

Y es por esto que se necesita un recuento completo. Quienes se oponen a ello o impiden que pase, se constituyen como la razón inminente de que es necesario efectuar un nuevo conteo, con el fin de aclarar la situación, y de paso calmar la significativa desconfianza del público frente a estos resultados. Si las fuerzas pro-Calderón (inclusive el IFE) se oponen a que esto salga a la luz pública, mostrarán, así, que tienen fuertes razones para preferir que todo quede en la oscuridad. Si resulta exitosa su negativa frente a permitir un recuento en estas primeras etapas del conflicto post-electoral, asegurarán que Calderón –si es que logra posesionarse del 1 de diciembre – enfrente la imposible tarea de intentar gobernar a un pueblo enojado y organizado, que será consciente de que no ha ganado legítimamente. No obstante, el PAN se encuentra dispuesto a arriesgarse, lo que indica que sabe muy bien que “ganó” ilegítimamente, a través de un fraude.

En cuanto a Guanajuato –la “Florida” de México en el fraude electoral de este año – Fox y el PAN no inventaron las tácticas anti-democráticas que adoptaron allí, y en otros lugares del país, durante las pasadas elecciones. Aprendieron las estrategias de engaño del PRI, cuando este partido entró a gobernar el estado, gracias a que las puso en práctica contra Vicente Fox, quien se presentó como candidato a gobernador en 1991.

Vicente Fox, en su propia autobiografía (citada la semana pasada por la columnista de El Universal Katia D. Artigues), escribió sobre cómo enfrentó al fraude electoral de 1991 como candidato a gobernador de “la Florida de México”, Guanajuato:

“Luego de 250 días de campaña, los resultados oficiales daban la victoria a Ramón Aguirre con 53% de los votos, el PAN y yo marchábamos en el segundo lugar con 35% de los sufragios. Eran tan evidentes las señales de que en Guanajuato se había perpetrado un monumental fraude electoral, que convoqué de inmediato a la resistencia civil. el 21 de agosto en Irapuato, ante 4 mil simpatizantes de Acción Nacional, denuncié la existencia de más de 700 actas de escrutinio llenas de inmoralidades (sic). Detallé que en 506 de las 3 mil actas escrutadas por el partido aparecía un número mayor de votos que de ciudadanos enlistados en el padrón electoral…

“Iniciamos una marcha de 60 kilómetros a la ciudad de Guanajuato, la que llamamos “La Caminata por la Democracia”, para exigir al Tribunal Estatal Electoral la anulación de, por lo menos, 700 casillas. Como parte de las acciones de resistencia civil, tomamos carreteras, el aeropuerto internacional, cercamos a la ciudad de Guanajuato; plazas como las de León, Celaya, Irapuato o Dolores, rebosaban ciudadanos, lo mismo, amas de casa que estudiantes y ancianos, que denunciaban el fraude electoral. Los ánimos estaban exageradamente desbordados y, para acabarla de amolar, una horda de priístas borrachos trató de destruir el edificio del Congreso local.”

La resistencia cívica de Fox llevó a que se hiciera un acuerdo, a través del cual Carlos Medina Plascencia, entonces político independiente (pero ahora militante del PAN), fue instalado como gobernador interino. (Y ese pequeño momento de la historia explica por qué, como informó Narco News el 30 de junio, Fox le podría asignar el cargo de presidente interino al fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, si el fraude actual del PAN se cae de la misma manera en que lo hizo el del PRI en Guanajuato, durante las elecciones de 1991.)

Es revelador que en el 2006, el PAN al mismo tiempo que ataca el anuncio de López Obrador, en donde éste aseguró que presentaría una impugnación ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), decida hacer lo mismo que él para impugnar los resultados locales para tres escaños en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. El PAN dice que López Obrador no debe recurrir los resultados o impulsar una resistencia civil, pero mientras tanto está llevando a cabo las mismas acciones a las que posiblemente el candidato perrededista y sus partidarios recurrirán durante los siguientes meses.

Votos afeitados al “estilo hormiga”

Con un margen “oficial” de 240,000 votos en las 130,000 casillas de la nación, dicha cifra representa menos de dos votos por casilla, y aún más pocos si hablamos de urnas, pues muchas casillas tienen más de una de ellas. Un fraude electoral puede ser llevado a cabo simplemente al “afeitar” o al agregar algunos votos aquí y allí. Ya se ha documentado que este patrón ayudó a Calderón a posesionarse en las cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). El hecho de que el propio sitio web del IFE tenía las pruebas visibles podría explicar por qué –a pesar de todas sus pretensiones de transparencia– no había publicado todavía, en línea, el escrutinio “oficial” del miércoles. Aunque el IFE declaró a Calderón como ganador, se negó a explicar de donde sacó su conjunto actual de cifras, según los resultados de cada casilla.

Echen un vistazo a esta foto del acta de la Casilla No. 0245 de Tabasco, urna 2, y compárenlo con el resultado que reportó el IFE en su sistema PREP. El acta asegura que López Obrador habría recibido 236 votos. Pero las cifras del PREP muestran que sólo obtuvo 203, lo que significa que hubo una reducción de 33 votos en una sola urna.

Foto de los resultados del PREP en Tabasco (click aquí para ver la imagen completa):

Foto del acta en la misma casilla:

O miren aquí, en la Casilla No. 1019, ubicada en el Estado de México. La foto del acta muestra que se arrojaron 188 votos para Obrador, pero solo 88 – con una diferencia de 100– fueron registrados por el IFE.

Foto de los resultados del PREP en el Estado de México (clic aquí para ver la imagen completa):

Foto del acta en la misma casilla:

En otras casillas, se siguieron los patrones de “afeitar” un voto para López Obrador en las actas y los resultados del PREP, o de agregar un voto para Calderón. Narco News examinó fotos parecidas, que mostraban este fenómeno, en la Casilla No. 0105 de Baja California (62 votos para Obrador, 61 registrados por el IFE), y en la No. 0548 de Baja California (190 votos para Calderón, 191 registrados).

Aquí van más ejemplos. Este reportaje sólo cita aquellos que hemos podido revisar con fotografías de las actas originales: Casilla 2073, Veracruz: 188 votos para Obrador,186 registrados, dos votos perdidos. Casilla 0061, Morelos: 194 votos para Obrador, 190 registrados, cuatro votos perdidos. Casilla 2411, Distrito Federal: 139 votos para Obrador, 134 registrados, cinco votos perdidos. Casilla 0375, Querétaro, Urna No.1: 103 votos para Obrador, 102 registrados, un voto perdido. Casilla 0855, Estado de México: 208 votos para Obrador, 197 registrados, 11 votos perdidos. Casilla 0297, Estado de México: 167 votos para Obrador, 159 registrados, ocho votos perdidos. Casilla 0444, Distrito Federal, Urna No.2: 322 votos para Obrador, 318 registrados, cuatro votos perdidos…

No hemos visto ni una sola fotografía que muestre el caso al revés: es decir, de votos perdidos para Calderón o agregados a favor de Obrador.

Esta táctica de fraude electoral se conoce en México como el “robo hormiga”. En una elección tan cerrada, no queda duda de que, si pasan sin detectarse, pequeños puñados de votos desviados pueden ser de gran importancia en el resultado final.

Que el Consejero Presidente Ugalde se haya apurado para pronunciar un ganador el jueves pasado, antes de que su institución revelara públicamente las actas individuales, es motivo para preocuparse. Ningún ciudadano, candidato, o partido puede confirmar que los resultados verdaderos del conteo coinciden con el escrutinio final. En el contexto de estas diferencias “estilo hormiga” entre los resultados del PREP, y la de deshonestidad del IFE (ver Parte I de esta serie) – que ocultaba 3.3 millones de votos de los resultados del PREP, mientras afirmaba haber contado el 98.5 por ciento de los votos – , la prisa de Ugalde, para declarar un ganador sin proveer transparencia en el resultado, parece una repetición de su sospechoso performance del 2 de julio.

¿Todavía existen las boletas?

Durante la semana pasada, Narco News publicó reportajes y fotos tanto de urnas como de votos en Nezahuacoyotl – un baluarte de Obrador. que fueron descubiertos en un tiradero de basura municipal. Casos parecidos (fotografiados y certificados en notaría) han sido hallados en Veracruz en y la Ciudad de México (ambos lugares son también bases de apoyo para Obrador). Aquí va una fotografía publicada en La Jornada del 7 de julio, que muestra tres boletas encontradas en un cubo de basura de la Ciudad de México: dos de dichos votos son para Obrador, mientras que el tercero es para el candidato del PRI, Roberto Madrazo.


Boletas perdidas halladas en la basura.
Foto: D.R. 2006 La Jornada
Una cosa que podría explicar la prisa del presidente del IFE, Ugalde, en dictar su sentencia y su oposición a un recuento, es la posibilidad de que estos no sean casos aislados; que si se manda a hacer un recuento completo, pero las boletas ya no están donde deben estar guardadas, todas las afirmaciones por parte del IFE y los medios masivos de que hubo un proceso electoral “limpio”, quedarán en el basurero de la historia. A nivel más personal, funcionarios del IFE podrían ir a la cárcel. Repetimos: la única manera para averiguar esto sería a través de la realización de un recuento, voto por voto, al que se oponen con tanta vehemencia el IFE y el PAN.

Fue rarísimo observar el conteo del miércoles. Su corresponsal publicó, hora por hora, en la Narcoesfera, los resultados mientras eran informados por el IFE.

De manera interesante, desde el mediodía de miércoles, cuando empezamos a seguir y registrar los resultados, con 25% de los conteos locales informados, y horas después, cuando se había calculado el 65 por ciento, López Obrador obtuvo una ventaja consistente de entre 2.42 y 2.76 por ciento de la votación (un porcentaje que concuerda con nuestro pronóstico de que López Obrador ganó con más de un millón de votos). Las cifras de ambos candidatos se mantenían casi sin fluctuaciones. La forma en que ese escrutinio cambió de rumbo tan rápidamente es extraño, desde el punto de vista matemático o estadístico.

Al llegar el último tercio de los resultados, a partir de las 4:44 p.m del miércoles, la votación para Calderón empezó lentamente a subir, mientras que la de López Obrador empezó a bajar por cantidades invertidas pero iguales. Cabe destacar que durante este conteo del último 35% de las actas, el porcentaje del candidato priísta, Robero Madrazo, se mantuvo igual a como había estado durante todo el día (sin cambiar a más que medio punto de porcentaje, para terminar en 22.26 por ciento). Los porcentajes de los candidatos Patricia Mercado y Roberto Campa también se mantuvieron constantes. Durante todo el día y toda la noche (ver el gráfico adjunto) tres candidatos seguían con sus totales en línea derecha, pero en el último período sólo los porcentajes de Obrador y Calderón desviaron de la consistencia de los primeros dos tercios del conteo.

Partidarios de Calderón (que incluyen el IFE y los medios masivos) explican el cambio final como resultado de que las cifras en las regiones del norte de México fueron las últimas en llegar. Pero la votación para Madrazo, en particular, fue irregular en todo el país. Esto se mostró en los resultados del PREP y en el análisis que se llevó acabo entre los cinco distritos electorales.

Los totales regionales de Madrazo eran 24.09% en la Región 1 (norte) y 23.12% en la Región 2 (norte-central). Estas eran las regiones en las cuales Calderón supuestamente recibió su última oleada en el conteo de actas del miércoles: casi uno y dos puntos más arriba que su promedio nacional de 22.26%. Si los resultados finales del conteo del miércoles realmente hubieran llegado de las regiones norte y norte-central, un aumento estadísticamente importante se habría registrado para Madrazo también. El hecho de que esto no haya pasado pone en duda las afirmaciones del IFE y de las televisoras, que aseguran que la votación regional del norte salvó a Calderón en el último momento.

Otra vez hay que señalar que todo esto viene de los ya despreciados resultados del PREP. Pero es importante notar que tan divergente era la votación para Madrazo de región a región y, sobre todo, como terminó siendo más amplia en las dos regiones norteñas que en el conjunto de las tres regiones sur-centrales. Y aun así, la divergencia repentina en la mañana del jueves entre Calderón y Obrador – según los todavía no revelados conclusiones del IFE – no cambió estadísticamente el total de Madrazo, como habría pasado, si estos votos hubieran provenido de las regiones de base de Calderón en el norte.

Sospechas de fraude electrónico –que tenían raíz, en parte, en el hecho de que los sistemas informáticos del IFE fueron parcialmente diseñados por compañías y socios del cuñado de Calderón, Diego Hildebrando Zavala– han surgido nuevamente tras las anomalías estadísticas y las contradicciones – tanto en las cifras del PREP, como en los conteos del IFE - y, particularmente, por la falta de fluctuación en el conteo del miércoles, justamente en el momento en que hubo un cambio radical en la puntuación que antes favorecía a Obrador, para mostrar un rápido ascenso de Calderón. Y el hecho de que el presidente Ugalde se haya apurado, a las 4 p.m. del jueves, para declarar un ganador sin haber reportado los resultados regionales y estatales de manera transparente (al momento de publicación de esta nota, el IFE sigue sin publicarlos) huele tan podrido como el hecho legal que Ugalde, pese a que no está encargado por ninguna ley para declarar un ganador, lo haya hecho, inexplicablemente, de todas formas. Dicha tarea, según la ley, pertenece al ramo judicial del gobierno, es decir, al TRIFE. La prisa ilegal de Ugalde sugiere que había un motivo para, literalmente, jugar rápido y libremente con los hechos.

Como dice claramente el Articulo 99 de la Constitución Política de México – que establece el Tribunal Electoral (TRIFE) y su Sala Superior – : “La Sala Superior realizará el cómputo final en la elección del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.”

Entonces, ¿por qué robó Ugalde, de manera arrogante e ilegal, ese papel para desempeñarlo él mismo? ¿Cuál era su prisa? ¿Por qué tuvo miedo de esperar, como estipula la ley, que el TRIFE declarara al ganador?

La Constitución tiene algunas otras cosas interesantes que decir, relevantes en este conflicto post-electoral…

La Constitución exige un recuento completo

El Artículo 41 de la Constitución Política de México dice:

El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión, en los casos de la competencia de éstos, y por los de los Estados, en lo que toca a sus regímenes interiores, en los términos respectivamente establecidos por la presente Constitución Federal y las particulares de los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del Pacto Federal…

III. La organización de las elecciones federales es una función estatal que se realiza a través de un organismo público autónomo denominado Instituto Federal Electoral, dotado de personalidad jurídica y patrimonio propios, en cuya integración participan el Poder Legislativo de la Unión, los partidos políticos nacionales y los ciudadanos, en los términos que ordene la ley. En el ejercicio de esta función estatal, la certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad serán principios rectores.

Este articulo requiere, entre otras cosas, que el gobierno provea “certezas” en cuanto a los resultados de las elecciones (así como “legalidad” e “imparcialidad”). La sóla existencia de una incertidumbre general (así como actividades ilegales y parciales por parte del IFE) dan el fundamento legal absoluto al Tribunal Electoral para reafirmar condiciones que restaurarían la certeza pública. El TRIFE, pues, tiene el poder y la responsabilidad de requerir un recuento como la medida obvia y única para reestablecer esa certeza.

Y si surge un conflicto entre el IFE y el TRIFE en cuanto a la interpretación de dichos factores, el Articulo 99 de la Constitución muy claro que:

Artículo 99.- El Tribunal Electoral será, con excepción de lo dispuesto en la fracción II del articulo 105 de esta Constitución, la máxima autoridad jurisdiccional en la materia y órgano especializado del Poder Judicial de la Federación…

Al Tribunal Electoral le corresponde resolver en forma definitiva e inatacable, en los términos de esta Constitución y según lo disponga la ley, sobre…

II. Las impugnaciones que se presenten sobre la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos que serán resueltas en única instancia por la Sala Superior….

Este articulo dice claramente que, en caso de un conflicto entre la interpretación del IFE y la del Tribunal Electoral, este último tiene, al final, el poder de decidir. Entonces, la Constitución –ver Articulo 41 – sobre todo parte del requisito de que la “certeza” tiene que ser determinante, por encima de cualquier norma del IFE.

Así es la ley. Permite y requiere la “certeza” pública en los resultados de las elecciones presidenciales: cosa que no existe hoy en cuanto a la votación del 2 de julio. Un recuento es el único camino disponible para establecer dicha certeza en los resultados de la elección del 2006.

Esto haría que la hipérbole fuera cierta: que México cuenta con instrucciones honestas que aplican la ley con transparencia.

Su corresponsal fue testigo, en 1999, del fracaso del mismo TRIFE para cumplir con su cargo en el momento en que a los votantes de Guerrero se les negó la certeza de una elección para gobernador, cuando dentro de ésta también se hallaron pruebas de fraude. En ese momento, el TRIFE ignoró la incertidumbre de la gente, y permitió que el candidato del PRI triunfara, en una situación muy parecida a la de hoy. Una situación en que el IFE estatal, frente a una diferencia del uno por ciento que padecía de irregularidades muy parecidas, decidió irse en contra de un candidato del PRI a gobernador.

Así fue en ese entonces. Ahora estamos en otra época. Si el TRIFE este año decide repetir su oscura historia, o a nivel nacional, ¿qué argumento queda para que los mexicanos tengan fe en sus instituciones? El TRIFE decidirá qué hacer –si habrá un recuento autentico de los votos – pero también determinará que tanta legitimidad hay en el Estado federal mexicano. Si opta por ratificar otra vez la ilegitimidad con una negativa frente al recuento, nadie debe extrañarse si la gente le responde como se merece y arrebata el poder a las instrucciones corrompidas del Estado mexicano.

Esta historia continuará…

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