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Los violadores virtuales de Atenco son los asesores políticos estadounidenses Dick Morris y Rob Allyn

El gobierno de Fox torturó, violó y expulsó a periodistas extranjeros, mientras que sus asesores gringos infringieron el artículo 33 de la Constitución mexicana


Por Al Giordano
Especial para The Narco News Bulletin

18 de mayo 2006

La atrocidad sucedida en Atenco devino en una noticia internacional que ni siquiera los más cínicos asesores políticos de Estados Unidos pudieron ocultar. Aquí presentamos parte de las noticias que Dick Morris y Rob Allyn, ambos ciudadanos de Estados Unidos, tratan frenéticamente de esconder.

La policía mexicana violó a 30 de las 47 mujeres, prisioneras políticas, arrestadas este mes en San Salvador Atenco, de acuerdo con quejas legales reunidas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. Y el gobierno ha reconocido que expulsó a cinco periodistas extranjeros (cuatro eran mujeres. Cada una de ellas ha testificado que fue sexualmente asaltada por la policía, y torturada) después que los ahora deportados visitantes, heroicamente, documentaron los ataques policíacos y la brutalidad que tuvieron lugar el 4 de mayo pasado.

Con el fin de ocultar la atrocidad cometida, el gobierno de Vicente Fox les robó sus cámaras y películas (junto a los pasaportes y el dinero, para luego embarcarlos rápidamente hacia sus países de origen –España, Alemania y Chile– en viajes sin regreso. Cada uno de ellos fue expulsado de México por cinco años.

Escondidos detrás de las cortinas políticas, mientras las mujeres eran violadas y torturadas, estaban dos asesores gringos: Dick Morris y Rob Allyn. Ellos asesoran al presidente Vicente Fox y a su candidato presidencial favorito, Felipe Calderón, del Partido de Acción nacional (PAN) –el mismo al que pertenece el presidente– sobre la manera de manipular a los medios masivos de información y en el arte del manejo de las crisis.

Los testimonios de tortura sexual que han dado los periodistas expulsados son impactantes. Después de los arrestos de Atenco, a la misma brutalidad fueron sometidos mujeres y hombres mexicanos, incluyendo a un joven que fue sodomizado con un palo. Pero los extranjeros –expulsados antes de que los mexicanos pudieran expresar sus historias al mundo exterior– fueron, meramente, las primeras voces capaces de hablar acerca de los horrores cometidos sobre ellos por el régimen de Fox. Las próximas semanas brindarán una cascada de narraciones similares de horror. Ofreceremos en este reportaje algunos de los testimonios.

Pero antes, hagamos un pequeño viaje mental al pasado: Esto, para tener presente que uno de estos dos asesores políticos, Rob Allyn, es -como reportamos en estas páginas hace seis años- un delincuente electoral en México, quien admitió haber violado la misma ley mexicana que fue usada, ilegalmente, para expulsar a los cinco extranjeros este mes.

El otro gringo es Dick Morris, el mismo asesor político que cuando estaba en marcha la campaña presidencial del presidente Bill Clinton en 1996, renunció, ya que cayó en desgracia cuando se supo que él –un hombre respetablemente casado– tuvo tratos con una mujer que no era su esposa y a la que le pagaba 200 dólares la hora de sexo.

Fox –asesorado por estos dos mercenarios políticos norteamericanos- envió la policía federal este mes a Atenco para lanzar una ilegal (sin órdenes de registro) caza, hogar por hogar, de disidentes; centenares de habitantes fueron rodeados, golpeados, torturados y docenas fueron sexualmente penetrados, algunos por penes y otros por dedos, toletes u otras armas. Así mismo, este régimen expulsó a los pocos extranjeros recogidos entre más de 200 arrestos. Y todo esto ocurrió bajo el comando de un presidente que no realiza ni un sólo movimiento, sin antes consultar a sus consejeros gringos.

En momentos de crisis, Fox apeló al consejo y asesoría de los dos gringos, Morris y Allyn, entre cuyos clientes han estado los presidentes George W. Bush, George Herbert Walker Bush, y Bill Clinton.

No hay manera amable de decirlo. El papel que Dick Morris y Rob Allyn jugaron como asesores del presidente mexicano en la crisis de Atenco, los convirtió en virtuales violadores de al menos 30 mujeres este mes, bajezas que cometieron las fuerzas de la policía que envió su cliente, Vicente Fox.

Y su otro cliente, el candidato Felipe Calderón, ahora vocifera ante la prensa –en una frenética negativa de las atrocidades cometidas y cuyas evidencias están ahora golpeando al gobierno con la fuerza de un bumerang– que las violaciones nunca ocurrieron. Al optar por esta estrategia de la negativa, él y sus asesores políticos de Estados Unidos, Allyn y Morris, se convierten, para todos los efectos, en una banda de violadores de mujeres, por segunda ocasión.

Conozcan a Rob Allyn, delincuente electoral

Hace seis años, durante las elecciones presidenciales del año 2000 en México, esta publicación reportó que un asesor político de Estados Unidos llamado Rob Allyn, estaba entrometiéndose de manera deshonesta en la política mexicana. En aquella época era un asesor pagado y clandestino del entonces candidato presidencial Vicente Fox. Pero el lo negó, primero an Narco News y después a otro medios que lo cuestionaron.


Rob Allyn
Allyn –en una serie de correos electrónicos intercambiados con este corresponsal– lo negó inicialmente y trato de escapar al escrutinio al que se le sometía. Había llegado a la Ciudad de México en junio del año 2000 donde convocó a una rueda de prensa en donde falsamente se presentó a sí mismo como un observador imparcial de las elecciones, escudándose en una organización fantasma a la que bautizó como “Democracy Watch [Observatorio de la Democracia]”. Más tarde, y una vez que Fox ganó las elecciones en julio del mismo año, Allyn –con la clara intención de atribuirse el crédito por el triunfo de su cliente– en una entrevista que le concedió al Dallas Morning News , reveló que, efectivamente, sí hizo el trabajo para la campaña de Fox de manera clandestina. Declaró que para realizar sus acciones sólo le bastó tener una visa turística –la cual utilizó durante tres años de estancia ilegal en México– y que usó también al menos tres juegos de documentos falsos de identificación, bajo los nombres de “José de Murga,” “Francisco Gutiérrez,” y “Alberto Aguirre.”

El hecho de que un extranjero porte identificación falsa en México está penado por la ley con sanciones de uno a 10 años de prisión. Pero esta nunca le fue aplicada a Rob Allyn. Al contrario, fue recompensado generosamente por el delito cometido. Allyn recibió millones de dólares como agente, por poner anuncios de Fox en la televisión mexicana y, al mismo tiempo se presentaba a sí mismo ante la prensa como un observador electoral imparcial. Ahora, en 2006, Rob Ally, todo un delincuente electoral, está de regreso, ayudando a la campaña presidencial del candidato Felipe Calderón, del PAN, partido de Fox.

Allyn –un asesor del Partido Republicano de Texas que fue el consejero de George W. Bush y de George Herbert Walker Bush, y también un multimillonario del sector texano de la energía, obviamente interesado en ver la electricidad y el petróleo privatizados en México– está ahora unido, en México, al asesor político Dick Morris.

Morris el travieso en México

Morris fue el principal consejero del presidente Bill Clinton, hasta agosto de 1996, cuando lo pescaron con una prostituta que cobraba 200 dólares la hora, y por ello, puesto en vergüenza públicamente, tuvo que dejar la campaña de Clinton.


Dick Morris
Foto: Fox News
Recientemente, Morris admitió en un articulo publicado por el New York Post: “He trabajado como asesor de Fox y del PAN

El pez muere por su boca, reza el refrán. El artículo 33 de la Constitución mexicana prohíbe la participación de extranjeros en las campañas electorales mexicanas. La ley dice:

“Los extranjeros no pueden involucrarse por ninguna vía en los asuntos políticos internos del país”.

Este artículo de la Constitución prohíbe que los extranjeros participen en la política electoral mexicana. No dice nada sobre tomar fotografías o hacer filmaciones en video. Pero en días recientes, Vicente Fox, el cliente mexicano de Morris y Allyn, decidió –recurriendo a interpretaciones retorcidas de la ley– expulsar a cinco periodistas extranjeros del país, aunque estos no estuvieron involucrados de manera alguna en la campaña electoral de este año.

No satisfecho con la expulsión de una mujer española, otra alemana, junto con una mujer y un hombre de Chile –que estaban tomando fotografías, filmando y vigilando que se respetaran los derechos humanos en San Salvador Atenco, en la mañana del 4 de mayo–, el gobierno de Fox, de acuerdo con documentación obtenida por respetables organizaciones de derechos humanos y con los testimonios de las propias víctimas- les golpeó salvajemente, torturó y agredió sexualmente. Les robó sus cámaras, películas y pasaportes. Les mantuvo aislados y sin posibilidad de comunicarse con el exterior. Les torturó por dos días y, sólo entonces, les trasladó al aeropuerto para enviarlos, con sus heridas y humillación a cuestas, a sus países de origen.

Pero estos expertos en comunicación se han negado a callar. Lean sus palabras, escuchen su sinceridad, su convicción, sus compromisos contra la injusticia y compáren con las posiciones de los mercenarios, y virtuales violadores, Rob Allyn y Dick Morris. Porque es verdad que ellos son extranjeros entrometiéndose en la política mexicana, en detrimento del artículo 33 de la Constitución. No es así en los casos de los periodistas o los observadores de los derechos humanos, que utilizaron voluntariamente su tiempo para documentar la Otra Campaña Zapatista, que no es electoral, o las atrocidades cometidas en Atenco y otras partes del país. Quienes sí violaron la ley son Rob Allyn y Dick Morris. Ellos son los malos extranjeros responsables de lo que pasó a los cinco buenos extranjeros, este mes ,en las afueras de Ciudad de México. Ellos son los comandantes en jefe de la guerra mediática contra los derechos humanos en México.

Tortura sexual y turismo a la Fox

Médicos del Hospital de Emergencias Públicas y Asistencia de Santiago de Chile examinaron a Valentina Palma Novoa, estudiante de 30 años de edad, tras su retorno obligatorio al país la semana pasada. De acuerdo con el diario La Jornada, de Ciudad de México, ella fue agredida por la policía mexicana, que a puñetazos y bastonazos, le propinaron “golpes y hematomas en el abdomen, en una de sus costillas izquierdas, en el hombro derechos y en el pecho, así como en su pulgar y en su pierna”. La auscultación física fue avalada con fotos de las heridas descritas.


Valentina Palma Novoa
Foto: La Jornada
Su narración, como testigo presencial –“Me ordenaron bajar la cabeza sobre un charco de sangre”–, documentó, vívidamente, los golpes que recibió durante su arresto, en un autobús que la transportó a ella, junto a otros prisioneros, a la cárcel y también cuando estuvo dentro de la prisión.

Ella residió por 11 años en México, y en todo ese tiempo su estancia estuvo amparada por su situación migratoria y sus visas. Estudiante de cine del prestigioso Centro para Estudios Cinematográficos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), estudió con la directora de renombre internacional María Novaro, quien, de acuerdo con The New York Times, “ha creado un impresionante trabajo que destaca por su excelencia y que agrupa frecuentes portarretratos políticos de mujeres que viven en dos realidades”.

La visa de Palma, específicamente, la autorizaba para estudiar cine y elaborar filmes. Eso es lo que estaba haciendo en la mañana del 4 de mayo, en Atenco, cuando el régimen de Vicente Fox la atrapó, la golpeó y la deportó.

Fue la política, y no la ley, lo que guió al gobierno de Fox a expulsarla. ¿Quién tomó la decisión de enviarla a ella, y a su testimonio, lejos de México? ¿El gabacho Rob Allyn? ¿El gringo Dick Morris? Su deportación ocurrió en violación de una orden protectora de la corte, que es conocida, bajo la ley mexicana como amparo. Ese es el México autoritario de Vicente Fox y Felipe Calderón, guiado por los asesores políticos de Estados Unidos, Allyn y Morris: un Estado que pide la “ley y orden”, pero que no presta atención a sus propias decisiones jurídicas.

El otro chileno expulsado, Mario Aguirre, no la pasó mejor. También estudiante en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, al regresar a Chile fue atendido en el mismo hospital, en el cual se le encontraron “heridas en el tórax, golpes en la cabeza, lesiones en su rodilla izquierda y arañazos en la derecha, todo como resultado de una agresión”.

El testimonio de Aguirre corrobora que las cuatro mujeres expulsadas de México y muchos mexicanos comenzaron a ser liberados por falta de evidencias en su contra, o bajo fianza. Sobre las torturas sexuales, escribió:

“Soy testigo visual de una de las vejaciones a que es sometida una mujer que está sentada a un lado. Ella se encuentra con el torso desnudo mientras los oficiales la insultan y la golpean en los senos. Otra mujer que está sobre mí, en la pila de cuerpos de la que somos parte, es brutalmente golpeada y su cabeza es azotada repetidas veces contra mi espalda. Los golpes que recibo son de puntapiés, manotazos, pisotones y golpes con el tolete.”

“Somos testigos de otra vejación en contra de una de las mujeres españolas quien grita que por favor la dejen en pa, porque la están asfixiando. Después de los primeros minutos comienzan a entumecerse las piernas por lo que el movimiento se hace necesario. Pero a cada intento los policías propinan duros golpes de tolete. El tiempo que transcurre es excesivamente largo como para justificar el traslado al penal más cercano, la tortura comienza a ser psicológica: si acaso nos trasladarían a un lugar despoblado para ser asesinados y desaparecidos.”

Comparen el maltrato que estas buenas personas recibieron por la administración Fox, con el testimonio del asesor político gringo de Fox Rob Allyn, acerca de las “peripecias” que enfrentó cuando en el año 2000 dirigía la campaña presidencial del ex gerente de la Coca-Cola, publicado en el Dallas Morning News del 9 de julio de ese mismo año.

CIUDAD DE MÉXICO.- Frecuentemente, el mayor reto de Rob Allyn era el de tratar de recordar su identidad ficticia. Si metía la pata ponía en riesgo su papel en una misión secreta para poner en marcha la primera revolución mexicana sin sangre.

Porteros y recepcionistas de hotel miraban sorprendidos y desconcertados cuando el señor Allyn, un reconocido asesor del Partido Republicano en Dallas, un tanto titubeante tardaba en decidir cual de sus nombres falsos utilizar antes de firmar una cuenta. ¿Quién era esta vez: José de Murga, Francisco Gutiérrez, o Alberto Aguirre?

Básicamente, por tres años tuve que irme de casa, de mi trabajo real, a un trabajo secreto”, dijo el señor Allyn. “Llevé una segunda vida durante todo ese tiempo”.

Cuando extranjeros, como Allyn, enfrentan dilemas sobre cuál tarjeta de crédito utilizar (en esos restaurantes donde las aceptan) o cómo gastar la fortuna que lograron obtener gracias al corrupto sistema político de México, otros, como los chilenos Valentina Palma y Mario Aguirre, desmienten a los asesores políticos que han afirmado participar en una “revolución sin sangre”.

O miren, como otro ejemplo, los testimonios de las españolas Maria Sostres y Cristina Valls, deportadas el mismo día que los chilenos –5 de mayo– y enviadas de regreso a sus casas en Barcelona.


Maria Sostres and Cristina Valls
Foto: El País
“Fue una fiesta para la policía”, dijo Sostres al diario madrileño El País, acerca de su experiencia, cuando fue arrestada en Atenco el 4 de mayo, en una entrevista publicada el domingo 14 de ese mismo mes. “Ellos nos pasaron de mano en mano y disfrutaron mientras nos golpeaban”.

“Salí corriendo pero todas las calles estaban llenas de policías. Salir de allí era imposible. Empezaron a golpear a todo lo que encontraban por su paso”, relata Valls

“Yo tenía la cara sobre un charco de sangre y a seis personas encima mío a las cuales estaban violando”, relata Valls.

Sostres presenció varias violaciones por la policía contra detenidos. “”Metieron objetos, dedos y llaves en las vaginas. A una chica la obligaron a decir ‘vaquero, vaquero’, mientras un policía le pegaba en el culo”.

“Uno me dijo que no denunciara el abuso sexual porque me iba a causar más problemas para salir libre y podría estar hasta un año presa. Le hice caso. Después recapacité y quise ampliar la declaración, pero ya no me dejaron”, relata Sostres.

“Tenemos fotos de chicas con las nalgas negras y los senos llenos de hematomas por los golpes”, dijo Guillermo Ibarra, de la Comisión de Derechos Humanos de México al diario español.

Piense en el tratamiento que estas mujeres españolas, ambas activistas de derechos humanos, recibieron como turistas en México, comparado con el otorgado al asesor político de Fox, Rob Allyn. Lo que sigue es de su entrevista con el Dallas Morning News en el año 2000:

Una vez concluida la campaña, los estrategas de los medios presumían de haber tomado brandy –de la marca mexicana Presidente– con el futuro presidente de México en la parte de atrás de una camioneta Suburban, con cristales a prueba de balas y en las numerosas casas de seguridad, las cuales siempre incluían una alberca vacía.

Y mientras que Rob Allyn volvía a las andadas y se insertaba otra vez en la campaña electoral de México, guiando a Vicente Fox y a Felipe Calderón en todos y cada uno de sus pasos, otra extranjera, Samantha Dietmar, 27 años, de Alemania, estaba pagando un alto precio por su crimen de… tomar fotografías.

Mientras ella salía de su habitación de 100 pesos (menos de 10 dólares) al día, temprano, en la mañana del día 4 de mayo, fue inmediatamente atacada por una horda de policías blandiendo sus bastones por todo Atenco.

Lo siguiente, es parte de su testimonio publicado por México Indymedia:

“Ella no es de aquí” gritaron, mi identificación cayó al suelo y fui llevada en dirección a un transporte. Ahí empezó el infierno para mí.

“Fui jaloneada de los cabellos y de los brazos para meterme al transporte, donde una montaña de personas ya estaban apiladas unas sobre otras. Por todos lados había sangre, las personas gemían.

“Los policías nos insultaban y nos escupían, se subieron en el borde a un lado de la superficie de carga y cuando se echó a andar el transporte, se pararon sobre mí y sobre los demás con sus botas, gritaron y nos insultaron, golpearon con sus toletes nuestras espaldas, cabezas y pies. Yo sentí manos que tocaban mi trasero y espalda, que aparte me estaban tratando de quitar mi ropa cintura hacia arriba. Cuando yo trataba de volver a poner mi ropa, me gritaban ‘Gringa’ y alguien me golpeó en la cara. Mi nariz sangraba.

Una y otra vez vinieron policías al camión y preguntaron por la alemana, levantaron mi pañuelo, querían ver mi cara. Yo no debía moverme. Unas manos tocaban mis pechos. Me preguntaron qué estaba haciendo aquí.

Dijeron que tenía bonitos ojos, y si no me quería ir con uno de los policías, e inmediatamente le pegaban a un compañero de atrás, que se doblaba del dolor. Mis cabellos que arrancaron volaban por el camión.”

Este es el México de Rob Allyn, el México de Dick Morris: El retorno del estado autoritario que gobierna con miedo y violencia, arbitrariamente, con dos tipos de ley: una que aflige a las buenas personas, y la otra que conforta a los malos.

Este es el México del que recientemente muchos comentaristas de los medios comerciales se quejaron, culpando a la gente que resiste y protesta, de que en el país se esté respirando una atmósfera de violencia.

Pero la culpa real de la escalada de tensión y violencia, recae sobre los hombros de Dick Morris y Rob Allyn, así como en el tono que ambos le han impuesto a la campaña política de 2006. La verdad es que – así lo reflejan los hechos ocurridos y documentados- el clima político en México comenzó a enrarecerse semanas antes de los sangrientos conflictos que, a principios de mayo, sucedieron en Atenco y en su pueblo vecino, Texcoco. Comenzó antes de que la policía dispersara a pacíficos vendedores de flores y atacara a quienes los defendían. Comenzó… en la televisión…

Los gringos que abrieron la caja de Pandora

Cuando este año arrancó la campaña presidencial, existía cierta esperanza de que el proceso se desarrollara en un entorno pacífico y democrático. Después de todo, esta es la primera campaña presidencial que se celebrará tras la victoria de Fox en el 2000, año en el que terminaron siete décadas de un gobierno de un solo partido. Al inicio, la administración Fox dio la bienvenida a la Otra Campaña Zapatista y al periplo nacional encabezado por el subcomandante Marcos, iniciativa pacifica que el EZ inició para conocer otras luchas a lo largo y ancho del territorio mexicano.

Pero detrás del falso discurso gubernamental acerca del amor, la paz y la democracia, las injusticias han seguido extendiéndose. Y cuando los sondeos revelaban que el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD) -que se presenta a sí mismo como de centro-izquierda- se dirigía a una victoria irreversible el 2 de julio próximo, Fox y su candidato cachorro llamaron a los perros del norte.

Dick Morris y Rob Allyn alimentaron con carne roja a los corruptos medios de comunicación comerciales de México: spot incendiarios de televisión, falsificación de sondeos de opinión, y reportes basados en el rumor y las calumnias, con el fin de sembrar el miedo y la incertidumbre en la campaña electoral. Y para asegurarse de que las dos redes nacionales de televisión –Televisa y TV Azteca- reprodujeran las tesis y versión que les resultasen a tono, la administración Fox impuso una nueva ley en el Congreso dándole privilegios especiales de monopolios a las dos redes, perjudicando de paso a los pequeños competidores.

El Washington Post reportó el 3 de mayo cómo la incitación a la violencia por parte de la policía comenzó en Texcoco y Atenco:

Una sólida dosis de campaña negativa apretó la carrera presidencial de tres vías en México, generando así un cúmulo de historias sobre la influencia del controvertido estratega político Dick Morris.

Reportes en la prensa mexicana están levantando preguntas sobre cuán conectado puede estar Morris a la campaña de Felipe Calderón. El conservador Calderón está peleando con el izquierdista Andrés Manuel López Obrador y el populista Roberto Madrazo en una competencia por dirigir una nación de 105 millones de personas cuyo éxodo de emigrantes, legal e ilegal, está redefiniendo las políticas de Estados Unidos y su sociedad.

El mes pasado, Calderón superó por vez primera a López Obrador en los sondeos cuando una investigación hecha por el diario Reforma le dio un 38 por ciento sobre un 35 por ciento de López Obrador. Madrazo alcanzó el 23 por ciento. López Obrador ha retenido una ligera ventaja en otros sondeos hechos por opinamexico.org.

El repunte de Calderón siguió a una campaña de saturación de anuncios dirigida a erosionar la imagen positiva de López Obrador, la cual fue forjada cuando fue el popular alcalde de la Ciudad de México, al vincularlo al presidente izquierdista de Venezuela, Hugo Chávez. En un artículo titulado “Estrategas mercenarios sin rival”, el semanario Proceso (en español, por suscripción) reportó esta semana que Calderón había contratado a Morris, y al asesor político de Texas Rob Allyn “para manejar no solo su imagen, sino también el desarrollo de su campaña”.

Pero las maniobras de Morris a favor de Fox y Calderón fueron visibles desde un mes antes, el 3 de abril, cuando hizo una columna para el New York Post resumiendo de manera perfecta su inflamatorio acercamiento a la campaña política. El comentario fue titulado “Amenaza en México” y sonó como el “terror Rojo” de los años 50:

El 2 de julio, el pueblo mexicano decidirá si elige o no al ultraizquierista Andrés Manuel López Obrador (conocido como AMLO), como su siguiente presidente.

Los rumores han corrido por meses, en el sentido de que la campaña de López Obrador ha recibido grandes fondos del presidente Hugo Chávez, de Venezuela. Y el mes pasado, el representante Jim Kolbe (Republicano por Arizona) un republicano moderado, dijo a algunos legisladores mexicanos que tenía reportes de inteligencia detallando el apoyo de Hugo Chávez al Partido de la Revolución Democrática (PRD) de AMLO.

Chávez es un firme aliado de Fidel Castro, presidente Cuba. López Obrador bien podría ser la pieza que faltaba en sus planes para poner de rodillas a Estados Unidos ante la emergente izquierda latinoamericana…

Basado en lo que él mismo identificó como “rumores”, Morris espetó:

¿Creen que tenemos problemas de seguridad con el presidente Vicente Fox dirigiendo a México? Sólo esperen hasta que tengamos en nuestra frontera de dos mil millas un amigote de Chávez y Castro.

Este fue esencialmente el guión sobre lo que estaría por venir en México: spots de televisión clamando que López Obrador es un títere de Chávez y Castro, seguido por sondeos que muestran ganando terreno a Calderón y, más adelante, superando al candidato de oposición.

Otro asesor político y realizador de sondeos, Dan Lund, escribió una columna para el Miami Herald, edición mexicana (un suplemento en inglés que incluye el diario nacional El Universal), analizando la influencia de Dick Morris en la campaña presidencial de este año en México:

Dick Morris, un conocido asesor… posee de un brillante récord en las elecciones de republicanos y demócratas en Estados Unidos. Él es muy conocido por su participación en la campaña de reelección de Clinton en 1996 y por una interesante preferencia sexual por la cual fue arrestado en un hotel de Washington. Dicho sea de paso, es válido mencionar ese tipo de cosas porque después de todo él es el maestro en campañas negativas, usando especialmente ataques personales; Realmente, yo podría recurrir a más insinuaciones o simplemente exponer algo, y ello sería juego limpio en sus propios términos también.

Morris es el tipo que alega haber escrito un “libro de campaña” para Fox en 1999-2000, y ahora se esponja como pavo real presumiendo acerca de su papel en la campaña de Felipe Calderón.

Con esta conflictiva operación, el libro de Morris es el guión que desarrollaría ahora, porque trata de ganar a cualquier costo, no importa como.

El libro se basa en una campaña negativa implacable, usando todas las formas de medios masivos, electrónicos e informales, todo a un costo que simplemente no puede ser pagado por otras campañas. Este libro sobre campañas ha devenido en la coreografía de una danza exótica de Morris que posibilita a facciones e intereses diferentes unirse y enfocarse en el enemigo real, llamado Andrés Manuel López Obrador.

Y aún, todo ello fue predecible: el agringamiento de la elección mexicana y la primacía de una campaña negativa basada en el rumor y la insinuación cargo de asesores políticos de Estados Unidos, lo cual fue el guión desde el primer momento.

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) advirtió de esto hace casi un año atrás, en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, y comenzó el trabajo para edificar La Otra Campaña –un esfuerzo no electoral.

El primero de enero, el subcomandante zapatista Marcos comenzó lo que fue descrito originalmente como una visita de seis meses a todo México con el fin de escuchar el testimonio del pueblo que lucha “abajo y hacia la izquierda”

La violencia reciente en Atenco llevó a la suspensión de La Otra Campaña, ante lo cual Marcos inició lo que en la práctica resulta ser un plantón en el centro del poder político: la Ciudad de México, que es, ciertamente, el centro mediático del país.

Él desarrolló una ofensiva. Brindó entrevistas selectivamente a los medios comerciales bajo la condición de que sus palabras fueran transmitidas “sin cortes y sin ediciones”. (El hecho de que el portavoz rebelde pudo imponer dichas condiciones, hasta el momento, a Televisa, CNN y Telesur, así como al diario La Jornada, es un importante hecho que deja sin habla a algunos que se quejan de ese contacto de Marcos con los medios: ¿Quién ha sido capaz de imponer esa condición antes?. ¿Quién al menos lo ha intentado?).

Lo que la Otra Campaña ha logrado es romper el guión fabricado por los asesores políticos gringos. Porque mientras Dick Morris y Rob Allyn creen que ellos pueden medir la opinión pública recurriendo a los datos de los que llevan a cabo los sondeos, Marcos ha invertido más de 120 días escuchando las voces de los diversos sectores del pueblo de componen la sociedad mexicana –en 19 de 31 estados más el Distrito Federal de Ciudad de México- y ha desarrollado un fino oído en cuanto a lo que pasa en el terreno, mucho más de lo que los candidatos o sus asesores son capaces de escuchar.

Eso, de acuerdo con el columnista nacional Carlos Ramírez (quien no es adherente, ni simpatizante, de la Otra Campaña Zapatista, pero si un sagaz analista político) ha llevado el “pulso” mexicano, en las manos de los partidos y de sus asesores, a las de los rebeldes. Ramírez escribió:

El dato más revelador constituye el hecho de que las campañas presidenciales del 2006 están alejadas de la realidad que agobia al ciudadano. Aún los compromisos de aumentar el empleo, bajar los precios e impuestos y aumentar los subsidios a bienes populares se localizan fuera de las realidades de los ciudadanos. Atenco estalló como el problema más grave para la gobernabilidad, la gobernación y la estabilidad del país, pero los candidatos le han volteado la espalda. Marcos se metió de lleno al proceso electoral, asumió la iniciativa y está dictando el marco de referencia política y ninguno de los candidatos se ha atrevido a analizar el papel del jefe del EZLN y de advertir las posibilidades y limitaciones.

Es la hora en que no han entendido que el marco de análisis político de Marcos es diferente al tradicional de los pesos y contrapesos. Su estrategia es aprovechar el espacio de Atenco para construir una red de grupos sociales no controlados.

A pesar de todo, Marcos es el único que sabe lo qué quiere y lo que debe de hacer para lograrlo. Su discurso ayer en el auditorio Che Guevara de la UNAM es coherente con su objetivo de organización social. Se va a quedar en el DF hasta doblegar a la autoridad del Estado. Y cada día se suman pequeñas organizaciones sociales con objetivos que no pasan por la negociación con el Estado…

Los verdaderos extranjeros entremetidos en México

Los verdaderos extranjeros entremetidos en la política mexicana son Dick Morris y Rob Allyn y otros de su calaña. Ellos no solo buscan enrarecer el ambiente con el conflicto y el rumor, creando nubes de polvo, confusión y miedo de los cuales sus clientes emergen. Ellos lo hacen, y a sabiendas de que están violando las leyes, fabrican hechos extraídos de fantasías oscuras y ficciones, falsifican sondeos, propician la violencia policíaca- ofreciendo la oportunidad de violar, torturar sexualmente a mujeres, como botines de guerra – y, si es necesario, pueden hacer lo que se hizo en México para las elecciones de 1988 y durante las que se llevaron a cabo, hace pocos años en Estados Unidos. Ellos y la administración Fox echarán mano a todas las trampas para preparar una elección fraudulenta computarizada, con el fin de imponer la continuidad de su régimen.Y lo hacen en clara violación del artículo 33 de la Constitución mexicana, que establece claramente la prohibición de que los extranjeros se involucren en la política electoral.

Pero los delincuentes electorales gringos en México, Dick Morris y Rob Allyn, están perdiendo ya la cabeza. La victoria que buscan el 2 de julio, no importa como se consiga, será pírrica, y en ello Fox, siguiendo su consejo de promoción de la violencia, miedo y represión, está asegurando la ingobernabilidad del país en el periodo post electoral, sea con su gallo Calderón, o, probablemente, con cualquier otro.

Mientras que La Otra Campaña ha demostrado, día tras día, a lo largo de cuatro meses y medio, que la dirigencia no es fuerte, cuando se trata de controlar al pueblo mexicano desde arriba, la falsa promesa de cambios hecha por el Frankestein de Morris-Allyn llamado Fox, levantó expectativas y después las destruyó. Y para cualquiera que todavía se aferrara a esa ilusión hasta el día 2 de mayo, la violencia de los días 3 y 4 devastó esa inocencia con la velocidad que utilizó la policía de Fox para violar y torturar sexualmente a la mayoría de las mujeres que fueron arrestadas en Atenco.

Quienes protestaban gritaban entre sus consignas “Todos somos Atenco”. La verdad es que esas palabras pueden traducirse a “Todos hemos sido violados”. Los violadores virtuales de las técnicas políticas y la manipulación, violaron a la democracia misma.

Y esa nación que existe abajo, bajo el tecnocrático radar de ellos, no puede, no va a descansar hasta que la justicia sea hecha. Fox y su policía, Calderón y sus asesores, han tenido su fiesta –como María Sostres testificó- el 4 de mayo. Ahora viene la respuesta. El Otro México que se levanta de sus cenizas va a abrir un espacio, uno nuevo, para Valentina Palma Novoa, Mario Aguirre, Samantha Dietmar, Cristina Valls, Maria Sostres, y para todos los mexicanos e internacionalistas decentes que se solidarizan con el Otro México emergente.

Pero el México por venir, como resultado de lo que pasó este mes en Atenco, no dispondrá de un lugar –ni siquiera de una cabaña sobre la playa- para los violadores virtuales Dick Morris y Rob Allyn.

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