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El Círculo de Tahrir: Así es como se ve la historia

Lo que podemos aprender de la estrategia y tácticas de la resistencia civil egipcia


Por Al Giordano
Especial para The Narco News Bulletin

10 de febrero 2011

Desde el martes 25 de enero hemos aprendido muchas cosas sobre Egipto, sobre el poder del Estado y sobre la resistencia civil. También hemos aprendido que la Plaza Tahrir no es de hecho un trazo cuadrado. Es circular. La “Plaza de la Liberación“ ha servido como un tipo de mesa redonda del Rey Arturo para el videojuego global al que los medios masivos se refieren como “noticias“, así como también una prueba Rorschach desde donde mucha parte del planeta ha proyectado sus más grandes esperanzas y profundos miedos.

En este videojuego las naciones y personas de todo el mundo se imaginan como parte de él, con asientos en la mesa redonda, pensando que pueden decidir en el futuro egipcio, apretando botones y teclas para declarar lo que nosotros, como individuos, pensamos debería pasar; Desde occidente: Mubarak debe renunciar, pero, o no, ¡no puede ser Omar Suleimar quien lo sustituya! Y: Esto no es sobre Egipto. Es sobre Obama y sobre ¡si me gusta o no! Desde Tehran, un régimen autoritario que es incluso peor al de Mubarak, también es parte del juego, escribiendo: ¡Viva la Revolución Islámica Egipcia! ¡Pero no intenten esto en casa muchachos! Los fetichistas de la “violencia revolucionaria“ tuitean y retuitean afirmaciones anónimas que la revolución egipcia tiene armas y tienen pornográficas imágenes de disturbios posando como “medios alternativos“, ¡A las barricadas camaradas! ¡Esta es una batalla militar! Y los evangelistas digitales hacen sus proclamas: ¡La Revolución de Twitter! ¡La revuelta de Facebook! Como explicación de porque creció exponencialmente la resistencia durante los cinco días en que el régimen cerró internet, los liberales tecnócratas no ofrecen ni un susurro.

Los hechos sobre el terreno no han confirmado ninguna de estas fantasías. La disciplina y la moderación mostrada por la gran masa de egipcios en la resistencia harían más orgulloso a Gandhi que a Mao Tse Tung o Bill Gates. Luego están los argumentos predecibles de algunos—la última fue Susan Estrich hoy—que estas noticias ni siquiera son sobre Egipto: ¡Es sobre Israel! Oh, por favor, cállense la maldita boca y escuchen el cambio. Tal es la naturaleza fantasiosa de los videojuegos y de los “noticieros“ internacionales por igual.

Lo que se pierde en todo esto son las quejas de los únicos jugadores auténticos en el juego de la vida real, el pueblo egipcio, cuyas demandas han sido consistentes y claras por los últimos 16 días: Mubarak debe irse. Los presos políticos deben ser liberados. La represión debe detenerse. Los derechos de la libre expresión y reunión deben ser protegidos. Deben celebrarse elecciones libres y democráticas. Aquellas demandas vinieron de los musulmanes, cristianos y laicos por igual, de los jóvenes con internet y viejos que no saben lo que es una URL, y de cada sector de trabajadores que cerró la economía de su país con la huelga general de ayer.

Mientras tecleo, los medios nos dicen que Hosni Mubarak está por aparecer en televisión nacional y muchos reportan que renunciará. Este rumor ya corrió una vez en las semanas recientes, sin resultado. Lo creeremos cuando lo veamos. Si sucede—y soy uno de los que comparte las esperanzas de aquellos en la Plaza Tahrir y en todo Egipto que serán las mejores noticias—los debates comenzarán sobre cómo y por qué sucedieron.

Esta semana hace un año, la periodista y blogger egipcia Noha Atef, de 25 años entonces, estaba en México explicando la situación en su país a 70 periodistas de 40 países en la Escuela de Periodismo Auténtico. Ella contó sobre su lucha por cinco años en la que expone el estado represivo policial en su país y las torturas que realizan. Ella compartió su historia profundamente personal sobre cómo su familia ha sido acosada por esa policía, y sobre la muerte de su padre en medio de todas esas tensiones. Si había un ojo sin lágrimas en el lugar, yo no lo ví.

Un par de participantes norteamericanos en el encuentro se refirieron a lo que creyeron como el “tema más importante“ para los egipcios: “¿Qué hay del ejército? Este ayudo a la CIA a detener y torturar personas después del 11 de septiembre.“ Intervine y dije con una voz marcada con sarcasmo, “¡Eso es cierto Noha! ¡No es suficiente que te refieras a la entera policía nacional! ¡Los sacrificios que ya has hecho son insuficientes! ¡No eres políticamente correcta a menos que también abordes a las Fuerzas Armadas enteras también¡“ Noha, como he aprendido que es natural en ella, respondió suavemente a la pregunta sobre el ejército egipcio. Ella dijo, “En Egipto, los policías son los represores, pero el Ejército es de la gente y amigo del pueblo.“ Eso fue en febrero de 2010, y su afirmación dejó a un número de participantes del hemisferio occidental—en donde las Fuerzas Armadas históricamente han sido los peores represores de los movimientos populares—rascándose la cabeza, sin poder comprender lo que Noha acababa de decir.

Entonces, hace once días, el 28 de enero, después de tres días de terror policiaco y violencia hacia los manifestantes pacíficos, el ejército egipcio salió de sus cuarteles a las calles en tanques color arena. En esa fecha, fui invitado a tener conocimiento y a involucrarme en algunas de las pláticas entre los jóvenes organizadores y bloggers que habían servido como la red organizada ad hoc de las protestas a favor de la democracia. Un grupo de ellos estaba reunido con el anciano líder opositor Mohamed El Baradai que esencialmente les dijo: “Diganme que decir y hacer.“ Ahí, decidieron una estrategia y táctica para responder por la entrada del ejército al conflicto. A pesar de que no sabían lo que las FFAA harían en las calles, y temían que estuvieran ahí para reprimir a los manifestantes de forma más violenta, decidieron una táctica en la que apoyarían la llegada de los tanques, diciéndoles a los soldados que creían que estaban ahí para protegerlos de la temida policía, un acto gigantesco de teatro callejero que abrazó al ejército en el escenario mundial como amigo del pueblo.

La semana pasada, en nuestra entrevista con Noha sobre la situación en su país, ella repitió ese sentimiento: “Conozco a muchas personas que no lo creerían, ya que en muchos países el Ejército está involucrado con el trabajo sucio. Pero en Egipto es al contrario. A diferencia de la policía, los militares son respetados y considerados guardias o luchadores por la democracia; Yo, y mi generación, tuvimos a nuestros padres sirviendo o siendo voluntarios en el ejército en los años sesenta y setenta. Creemos que el ejército protege a Egipto.”

La táctica funcionó en su mayor parte. Mientras los pueblos de otras tierras inmediatamente hubieran saltado a la presunción de que esto hubiera significado una batalla inútil en la calle con soldados fuertemente armados, la decisión de los jóvenes estrategas egipcios de responder en una forma optimista le dio esperanza a esta profecía. Y lo de ese día fue la estrategia de resistencia clásica no violenta.

Hoy ha ocurrido algo similar. Basándose solo en los rumores que Mubarak iba a renunciar hoy, la resistencia aparentemente ha decidido tratarlo como un hecho consumado, incluso cuando algunos reportes de noticias dicen que solo es una opción en las discusiones de los salones del palacio presidencial. Tratándolo como si fuera un hecho, con optimismo y determinación, cada minuto que pasa los acerca más a la realidad. Y si Mubarak renuncia, será en gran parte debido a que la resistencia eligió el optimismo y transformó un rumor en realidad.

E incluso si no renuncia, habrán debilitado su posición y el de su régimen al alentar a sus compatriotas a imaginar que ya hubiera ocurrido. Después de todo el poder nace de la imaginación.

Todos tenemos mucho que aprender de estos héroes de nuestro tiempo, los participantes ecuménico y multigeneracionales de la resistencia civil de Egipto.

Ahora no es momento para decirles que hacer o que solución pueden o no aceptar.

Ahora es momento para escuchar, mirar, aprender y estudiar de sus movimientos, y aplicarlos en nuestras propias tierras y luchas.

Al final, la mesa redonda llamada Tahrir, o Liberación, no es un videojuego. Y nosotros, mirando desde afuera, no somos los jugadores. Es un momento de la historia que le pertenece a la resistencia civil egipcia y solo a ellos, un momento que todos podemos y debemos adoptar y emular. Pero no nos confundamos: Ellos son los protagonistas de la historia, y el resto de nosotros somos, a lo mucho, apenas sus estudiantes.

¿Qué es lo primero que debemos aprender de ellos?

Eso es fácil: Lo que debemos aprender de nuevo es el poder del optimismo como una estrategia y táctica fría y calculada.

Más allá de eso, todavía tenemos mucho que aprender.

¡Música maestros!

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