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Marcos rompió el guión: “Vamos a Chichén Itzá”

Un clamor de los mayas inspira al Delegado Zero a cambiar el programa del viernes pasado


Por Al Giordano
El Otro Periodismo con la Otra Campaña en Yucatán

20 de enero 2006

Mérida, Yucatán, enero 20 de 2006. Luego de dos largos días de reuniones sedentarias en un idílico centro de retiros religioso fuera de esta capital, frente a cientos de simpatizantes, el Subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció un repentino cambio en el itinerario del viernes: “Vamos a Chichén Itzá mañana”, dijo – provocando un relampagueante aplauso desde abajo y a la izquierda.

“Esto explota todo lo planificado para mañana”, susurró uno de los organizadores locales de la Otra Campaña a su corresponsal (la agenda pública marcaba “encuentros bilaterales con individuos y organizaciones solicitadas directamente con anterioridad… demostrando su interés en acuerdos de intercambio y trabajo específico con el EZLN”, a comenzar a las 9 am de hoy).

“Invitamos a todos a venir con nosotros”, dijo el Delegado Zero a los reunidos, sin especificar la hora. Mucho después, a las 2:22 am, la comisión de medios de la Otra Camapaña en Yucatán anunció la agenda arreglada:

13 horas: Encuentro en Chichén Itzá con artesanos.
18 horas: evento político cultural en la plaza central de la ciudad de Mérida.

Chichén Itzá es hogar de la tal vez más globalmente famosa y antigua pirámide maya, entre otras ruinas a las que los turistas llegan cada día desde los hoteles en Mérida, Cancún y la Riviera Maya. Pero el pueblo maya de Piste donde residen las ruinas está atrapado en una pinza entre los agentes de bienes raíces y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) del gobierno mexicano, la burocracia que maneja las zonas arqueológicas en todo el país y domina a los descendientes de aquéllos que levantaron las pirámides hace casi un milenio.



D.R. 2006 Revista Rebeldía
En agosto pasado, durante una reunión en la selva con las organizaciones sociales en el pueblo de Dolores Hidalgo para planificar esta Otra Campaña, Marcos prometió a algunos yucatecos que vinieron trece horas para explicar el pedido de los indígenas locales: “iremos a Chichén Itzá” (Narco News estuvo ahí, reportando).

Pero en los últimos meses odiseicos, entre el plato y la sopa, las reuniones estatales de organización de la Otra Campaña en Yucatán, en la que los miembros de la clase profesional de Mérida –activistas y funcionarios de organizaciones no gubernamentales, algunos de los cuales han peleado amargamente entre sí por décadas- rebasaron a los luchadores indígenas en número y a otra gente sencilla y humilde que lucha, una desavenencia mortal que llevó a una serie de cartas internas confusas hacia y desde la Selva Lacandona y a una ruptura de cualquier consenso sobre a dónde debería ir Marcos durante la visita de tres días a este estado. La prometida visita a los indígenas de Chichén Itzá se perdió en el camino y la agenda original tuvo al Delegado Zero en un solo lugar –el centro de retiro católico de Uay Ja en Chablekal- para maratónicos encuentros de 72 horas.

Puede que no haya manera de decirlo delicadamente, pero su corresponsal va a intentarlo: en fuerte contraste con el espíritu de brazos abiertos de bienvenida y solidaridad que el Otro Periodismo encontró en las tres sedes de la Otra Campaña en el vecino Quintana Roo, donde los organizadores locales de Chetumal, Playa del Carmen y Cancún crearon las condiciones para un indiscutible salto hacia adelante revolucionario para sus luchas estatales, durante los tres días de Marcos allá, en el estado de Yucatán la vibra era mucho más excluyente. Algunos de los activistas de la clase profesional habían levantado una especie de muro alrededor de la visita del Delegado Zero, exudando un sentido vago de posesión: es nuestro, somos los guardianes, el resto de ustedes atrás de la raya y esperen nuestro permiso para tocar la estatua del santo.

El primer día y medio de reuniones en Chablekal con los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona zapatista estuvieron dominados por el discurso académico de la gente “educada”, exponiendo los pedidos indígenas o simplemente ofreciendo discursos autoreferenciales sobre cuánto el hablante había apoyado la causa zapatista. Ciertamente, hubo algunas otras voces, indígenas y mestizos, contando historias de auténtica lucha –que serán reportadas al detalle por el Otro Periodismo en los próximos días- pero uno tenía problemas para escucharlos en mitad de tantas participaciones de individuos y representantes de organizaciones que claramente tenían más experiencia en reuniones que los que luchan en la base.

Entonces, el jueves 19 a las 5:40 la tarde se rompió el dique.

La Guerra de Castas es una guerra de clases

Fue la tarde del jueves en la reunión para “simpatizantes” (los que aún no firmaron la Sexta Declaración, y quienes no fueron invitados a las reuniones previas) que los luchadores sociales mayas llegaron con fuerza.

Primero fue un artesano maya de Chichén Itzá: “No recibimos apoyo de ningún partido político”, comenzó respondiendo a los rumores lanzados por otros organizadores que buscaban excluir a estos artesanos como simples peones de maquinarias políticas. “Invitamos al Subcomandante a visitarnos. Estamos esperándolo a que venga y conozca nuestros problemas. Los mayas estamos aquí, presentes. ¿Cómo es posible que el gobierno diga que no vivimos ahí (en la zona arqueológica de Chichén Itzá) cuando hemos vivido ahí por generaciones? Somos gente humilde, artesanos. Hacemos hamacas. Me gano la vida haciendo hamacas. ¿Cómo es posible que el gobierno quiera quitarme lo que me pertenece? Pero no dejaremos nuestras tierras. Vamos a pelear aunque sea imposible”.

Detrás de la angustia de los artesanos de Chichén Itzá están regulaciones gubernamentales determinando cuáles artesanos puede vender sus cosas cerca de las ruinas y cuáles no (normalmente en correspondencia con filiaciones a los partidos políticos), y una campaña de relaciones públicas hostil del INAH para desacreditar a la población indígena local como si fueran alguna clase de peligro para las preciosas ruinas.

Otra artesana de Chichén Itzá, Teresa Díaz, vino luego al micrófono llorando: “Estamos esperando ayuda, una respuesta. Háganos el favor, Subcomandante. Haga un pequeño espacio en su tiempo para visitarnos. No tenemos espacios de lujo”, dijo, mirando alrededor al prístino, limpiamente prolijo centro de retiro en Chablekal, “pero tenemos un pequeño lugar de la Tierra. ¡Por favor, compañero, visítenos!”

Eliseo Pak tomó el micrófono para hablar en maya con la ayuda de un traductor al español: “No pedimos dinero del gobierno. Solamente queremos que nos permita hacer nuestro trabajo, y que no nos saquen de nuestra tierra. Si podemos demostrar que estamos cerca de ustedes y que nos apoyan, nos respetarán más. El INAH anda promoviendo la región maya como patrimonio de la humanidad. Pero los que vivimos abajo de la pirámide hemos nacido en la zona arqueológica. Es gente desplazada. La propaganda que saca el INAH nos humilla, dice que somos timadores, saqueadores y molestamos, pero yo soy un artesano, orgulloso de mi cultura, mi trabajo nació en mi corazón. Cuido mis raíces. Nos tratan como ladrones. Lanzan este mensaje a los ricos para destruir nuestro trabajo como gente honesta. Somos una comunidad completa y queremos dar a algo a nuestros hijos, un patrimonio. ¿Que vamos a hacer si el gobierno nos quita todo y nos expulsa de ahí? Quiero agradecerles por escucharme”.

Otros indígenas, trabajadores y campesinos vinieron al micrófono, uno detrás de otros, incluyendo a los de Oxcum, donde el estado busca quitar tierras para construir un nuevo aeropuerto… donde, con machetes levantados en el aire (como ocurrió en respuesta a la expropiación de tierra en Atenco y pronto podría ocurrir en Chetumal), la ciudadanía ha bloqueado el camino hacia las tierras en conflicto.

Algunos otros activistas urbanos presentes expresaron solidaridad con las demandas indígenas. “Quisiera escuchar que respuesta recibirán los artesanos. Como yucateca realmente me interesa”, dijo Cristina Cantillo a Marcos. “Quiero saber qué reacción tiene a las demandas que han sido expresadas aquí por los compañeros artesanos”.

Otra mujer, de porte limpio y obviamente educada, estaba claramente infeliz con las demandas de los campesinos. Dijo: “Quiero sumar mi grano de arena para que se entienda mejor lo que son la Otra Campaña y la Sexta Declaración. Ellos (los zapatistas) vienen a escuchar lo que otros están haciendo. No vienen a recolectar pedidos de solución. Hay alguna confusión. Pido a los consejos comunitarios campesinos y a los pueblos que vienen aquí a pedir la ayuda de Marcos que vengan mejor a alcanzar acuerdos y se organicen para resolver sus propios problemas”.

Pero la Guerra de Castas –entonces y ahora una guerra de clases- dentro de la Otra Campaña se terminó rapidito mientras los compañeros coparon con sus voces el micrófono. Como dijo un señor en el micro:

Oxcum y Chichén Itzá no son las únicas luchas aquí. Yucatán es uno de los estados que sufre de más pobreza, miseria, hambre y desempleo. Aunque parece muy culto, es más como Chiapas, Oaxaca y Guerrero: un estado totalmente abandonado. Este es un estado donde la poderosa clase comercial ha robado todo. Realmente, esta reunión, como la de ayer, es importante y vemos nuevas caras que parecen querer entrar a la lucha.

La Otra Campaña en Yucatán finalmente comenzó a moverse fuera del lenguaje de las clases “educadas” para hablar con más coherencia “desde abajo a la izquierda”.

Marcos: ¡Entre a la Otra Campaña! ¡Entren!

Luego de escuchar el desfile de palabras que fluía de la multitud, fue el turno del Delegado Zero al micrófono. No se ahorró palabras:

“Suponemos que la mayoría de ustedes son simpatizantes y que están pensando entrar a la Otra Campaña. Primero quiero decirles que mañana vamos a Chichén Itzá. Invitamos a todos a ir, a ir juntos a escuchar la palabra de estos compañeros y compañeras”.

Muchos –pero no todos- de los reunidos rompieron en un fuerte aplauso. Uno podía sentir una especie de muro evaporarse –la sensación de muchos luchadores sociales que esta causa los iba a excluir.

“Todos tenemos miedos”, siguió Marcos, “incluso nosotros (los zapatistas) somos los primeros en temer cuando vamos a hacer algo. Tememos perder la vida, o la gente que amamos, pero también hay otros miedos. Hay miedos de entrar a algo malo o que tiene intereses oscuros detrás, o que irá en otra dirección, o de entrar a algo mal organizado… es un miedo legítimo. Uno tiene que tener una visión clara de a lo que entra antes de hacerlo. Hay siempre causas cuyos líderes toman otro camino y que siempre pasa que alguien usa al movimiento para su beneficio. Esto ya está pasando. Pero también hay inquietud en mucha gente sencilla y humilde –no estoy hablando solamente económicamente, porque hay gente que vive confortablemente pero también puede ser humilde y sencilla- que sienten que algo hay que hacer”.

“Y les vamos a contar la historia de cuando Emiliano Zapata hizo el Plan de Ayala… Zapata hizo el documento y lo firmó diciendo: ‘el que no tenga miedo que pase y firme’. A la hora de firmar, esta persona no solamente firmaba un papel pero ponía el corazón en la hoja. Lo hemos visto en Mérida y en Quintana Roo, y en todo Chiapas. Ahora vamos a Campeche, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, imaginen eso, todo el sureste. Todos aquí se han levantado. Este compromiso –la palabra que recibimos de ustedes- lo vamos a hacer junto a ustedes. No solamente los estamos invitando a ir a otros estados. Estamos pidiéndoles que nos reciban y vayan Chichén Itzá... a Oxchum, a la UADY (Universidad Autónoma de Yucatán), que vayan con las mueres, con los niños en las escuelas, con las amas de casa que discuten los problemas de los hogares y los barrios, y que comiencen a unirse a nuestra lucha con otros”.

“Déjenme decirles un secreto”, dijo Marcos a los más de 400 reunidos escuchando. “Ya se sabe que nosotros vamos a ganar… De eso se trata la Otra Campaña, y a eso es a lo que los estamos invitando. Entren”.

Y con eso, la primera Guerra de Castas de la Otra Campaña en Yucatán fue ganada sin dispararse un tiro. Sus corresponsales se fueron a Chichén Itzá a reportar la historia de ese día. Continuará...

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